Siempre he pensado que el fútbol es para los inteligentes, para los que saben ver más allá. Para los que van un paso por delante del tiempo, como Jenni Hermoso. Madrileña de nacimiento, con corazón culé, ha sido y es una de las jugadoras más brillantes, no solo del Barcelona sino de la Selección Española.

En el Atlético de Madrid y en el Rayo dio sus primeros pasos, con el Tyresö y el PSG dejó ver tu talento fuera de España y con el Barça se consagró como lo que es, una de las mejores.

Domina la parte de arriba del campo a su antojo. Ejerce como directora del ataque y líder de los goles, incluso como ingeniera de regates y asistencias. Aunque cuenta con un importante palmarés con 5 Ligas Españolas, 3 Copas de la Reina y 1 Copa de Francia, este se queda corto en comparación con su talento.

Cualquiera puede acceder a sus datos: la máxima goleadora en la historia del Barça y en la Selección, capitana de la absoluta, nominada al The Best y al 11 ideal de la UEFA en 2020… nada que no sepamos, y menos de lo que se merece. Pero ese no es el punto aquí, lo importante es que por jugadoras como ella el fútbol es inexplicable.

La pude ver en directo y aunque la tuve muy cerca, sé que no lo entendí. No entendí algo que simplemente se me escapa, porque no me corresponde, porque parece fácil pero para alguien no privilegiado como ella es imposible. Intentaba seguir con la mirada lo que hacía, movía la cabeza de un lado al otro, dibujaba pobremente la trayectoria del balón, pero me perdía. Al final ella estaba donde quería, y yo, que intentaba encontrarle una explicación lógica, volvía al punto de partida.

Después de 45 minutos frustrantes sabía que algo no iba bien, así que en la segunda parte me limité a observar, sin pretensiones. Y ahí entendí algo. Yo no seguía la trayectoria del balón, estaba recreando con la mirada el plan que ella tenía en su cabeza. Desorganizaba el orden para manejar a su antojo los espacios y moverse entre ellos con total naturalidad y mientras yo observaba impasible, ella ya había marcado tres goles y había dado una asistencia.

Fuente: FC Barcelona.

Al acabar el partido me acerqué al campo intentando buscar respuestas a tantas preguntas, pero no las encontré. Ahí supe que ella dominaba algo más que los goles, Jenni era una especialista del fútbol inexplicable. De ese que pone nervioso al rival porque, como yo, no lo entiende, y queriendo enfrentarse a él se desespera, se pierde en la velocidad y la clase que ella tiene por innatos.

Pocas combinaciones hay más poderosas que la suma del talento y el esfuerzo, dos cuestiones que representa con autoridad y que la han llevado a estar donde está, siendo un referente para todos los que valoramos su compromiso y ambición.

No cabe duda de que somos unos privilegiados, todos los que podemos ser partícipes de su talento y especialmente los que compartimos, aunque sea metafóricamente, equipo con ella. Jenni, embajadora del buen fútbol, de la elegancia y la técnica, transcendental como pocas, única e irrepetible, gracias por deleitarnos con tu magia.