Situación de vida o muerte para un Barça que, en el ecuador del mes de diciembre, se jugaba algo más que una victoria ante Fenerbache. Octavo en ACB tras caer catastróficamente ante Casademunt Zaragoza y onceavo en Euroliga, fuera de los puestos de Playoffs, el honor y el orgullo estaban en juego. En medio de la tormenta que está cayendo en Can Barça, entre las declaraciones de Satoransky y Abrines, y las primeras dudas reales sobre Peñarroya, los únicos rayos de luz fueron los regresos al Palau de Nikola Mirotic y, en esta ocasión, de Sarunas Jasikevicius.
Un Barça que, tras cosechar malos partidos a finales de noviembre, recogió aún peores resultados durante un mes de diciembre que, por la proximidad de las fechas navideñas, es inevitable que evoque en la afición aquellos momentos en los que fueron felices. El regreso a casa por Navidad de Mirotic y Jasikevicius llenaban de melancolía las gradas de un Palau que, consciente de la gravedad de la situación, volvió a mostrar su mejor cara para tratar de reaminar a sus jugadores.
Peñarroya no quiso correr ningún riesgo y volvió a apostar por el quinteto titular: Satoransky, Punter, Anderson, Parker y Vesely. El Palau empujó desde el primer minuto a un Barça que salió muy concentrado a pista. El big three formado por Anderson, Punter y Parker sumó 13 de los 20 puntos que los azulgranas anotaron en el primer cuarto. La defensa también fue un gran activo durante los primeros diez minutos de partido; los azulgranas forzaron hasta cinco pérdidas de balón de los turcos.
Desde el banquillo, Juan Núñez robó dos balones en los dos minutos que estuvo sobre el parqué, liderando los contraataques de un Barça que, tras un buen último parcial de 9-2, aventajaba por ocho puntos a Fenerbache al final del primer cuarto (20 – 12).
Tras un gran inicio, la capacidad de mantener la concentración volvió a castigar al Barça, que vio como, tras los cambios, Fenerbache no desaprovechaba los desajustes para recortar distancias con un parcial de 2-10, obligando a Peñarroya a parar el partido. Tras el tiempo muerto, los azulgranas reaccionaron y recuperaron la buena dinámica del primer periodo. Anderson y Punter deleitaron al Palau con acciones espectaculares, como un 2+1 del alero americano tras una potente penetración, y una canasta acrobática del escolta del Bronx sobre la defensa turca.
Justin Anderson se crecía tras cada canasta que anotaba y conectaba con un Palau que había echado en falta el showtime en la pista. El ‘número 1’ cerró una primera parte muy sólida con 14 puntos y 16 de valoración. Ni un acertado Nigel Hayes-Davis ni un más bien discreto Sertaç Sanli, ambos exazulgranas, pudieron hacer frente a un Barça que, tras lograr la mayor ventaja de la primera mitad -12 puntos-, se fue al descanso con un 44 a 37 a favor en el marcador.
Tras el descanso, el Barça no bajó la intensidad y siguió sometiendo a Fenerbache a un ritmo de partido frenético. Parker volvió a aparecer, con un triple y un mate nada más empezar el cuarto, y Punter forzó un nuevo tiempo muerto por parte de un Jasikevicius sorprendido por el dominio azulgrana. Antes de irse al banquillo, ‘La pantera del Bronx’ anotó un triple más y una bomba que lo hizo explotar hasta los 18 puntos. La segunda unidad del Barça también aportó su grano de arena durante los últimos minutos del tercer tiempo, consiguiendo volver a los 12 puntos de ventaja, con el último cuarto aún por disputarse (65 – 53).
La victoria estaba cada vez más cerca y tanto los jugadores como la afición eran conscientes. Celebrar un triunfo europeo en casa era un deseo de primera necesidad, ya que desde el 8 de noviembre, tras aquella balsámica victoria ante Baskonia, los azulgranas no eran capaces de ganar en el Palau, al menos en competición europea. Una vez más, Kevin Punter y Jabari Parker volvieron a liderar a un Barça que superó los 20 puntos de ventaja y que, tras los constantes baches durante estas últimas semanas, consiguió cuajar uno de los mejores partidos de la temporada.
El broche de oro lo puso, quién sino, Justin Anderson, con dos ‘matazos’ consecutivos al contraataque. El segundo ‘mazazo’ fue una obra de arte: pase de alley oop entre las piernas de Punter, que remata Anderson con potencia sobre el aro. Los americanos se divertían jugando en el parque y el Palau estallaba viendo a sus estrellas brillar. 58 puntos de un total de 90 entre el big three americano, que mostró su máximo potencial en un partido de alto calibre, carburando a toda máquina. De estos casi dos tercios de la anotación total del equipo, 18 puntos y 19 de valoración fueron obra de un Justin Anderson que se reivindica con dos actuaciones estelares en casa, dejando atrás aquella expulsión ante UCAM Murcia.
Parecía que el partido moriría tras la exhibición de los globetrotters azulgranas, pero hubo tiempo para una última dosis de veneno de La Mamba Vasca. Brizuela, que venía de ser el máximo anotador en Zaragoza, aún conservaba toxina en las venas y anotó tres triples letales consecutivos (el último, sobre la bocina) para acabar de poner patas arriba a un Palau que, al igual que los jugadores, merecían una noche así antes de acabar el año.
Antes de finalizar el partido, el templo azulgrana volvió a acordarse de Saras y lo despidió al unísono con un último: «¡Jasikevicius, Jasikevicius!». En rueda de prensa, el técnico lituano, visiblemente enfadado tras la dura derrota, agradeció el apoyo del Palau y reconoció la conexión especial que siempre mantuvieron. Sin embargo, teniendo en cuenta el fatídico desenlace del partido, fue un «hasta luego» amargo para Saras, que reconoció todos los méritos a un Barça que supo sobreponerse a su peor racha de la temporada de la mejor manera posible. Para los azulgranas ahora se abre una nueva oportunidad de acabar el 2024 con buenas sensaciones y, por qué no, de empezar el 2025 con aún mejores.