Los de Albert Sánchez se volvieron a topar con la realidad que arrastran desde el inicio de la temporada: la falta de gol. Ante el conjunto ‘txuri-urdin’ no fueron capaces de transformar las ocasiones de mayor peligro y lo acabaron lamentando. Precisamente, porque los donostiarras se quedaron con dos hombres menos sobre el césped, el aliciente de la superioridad numérica invitaba a ser más optimistas. Sin embargo, y pese a las llegadas claras de Cedric y compañía, se vieron rendidos a una jornada más con tablas en el marcador.
Es la semana en la que el equipo está llamado a dar un paso hacia adelante, ya que disputará dos encuentros en casa. El segundo de ellos, este domingo día 10 ante el Lugo (17:00 horas). Si bien no ha podido conseguir esa ansiada victoria en el primero de ellos, cuenta con otra bala en la recámara para reponerse y alejarse de la zona baja de la clasificación.
Trabajo en la sombra
Los azulgranas no pasan por su mejor momento, pero hay factores que tampoco ayudan. En esta jornada aplazada, coincidió la Youth League, la Primera RFEF y la Champions. Por lo que los efectivos disponibles se redujeron, como, ahora bien, algunos juveniles habituales en la convocatoria. Y, por otro lado, las bajas importantes obligan a tirar de casta e ingenio para alinear el once más competitivo posible.
Asimismo, la diferencia se encuentra a menudo en desconexiones de los minutos iniciales o finales de cada parte. Aspectos que Sánchez destacó en el postpartido y por los que seguirán trabajando y corrigiendo: “Se pueden hacer dos lecturas: por un lado, que llevamos seis empates consecutivos y por otro, que llevamos siete partidos sin perder”, era otra de las reflexiones que dejó el técnico azulgrana. Este filial tiene una media muy joven, en comparación con sus rivales, pero también ha rascado puntos importantes en casa de Tarazona, Sestao, Ponferradina y Gimnástica Segoviana.
Una vez vuelvan de forma progresiva los Dani Rodríguez, Toni Fernández, Óscar Ureña, Raúl Dacosta, Aleix Garrido, Víctor Barberá o Diego Percan, el equipo tiene papeletas de recuperar esa estabilidad tan necesaria para competir en una categoría sumamente exigente como la Primera RFEF.
Destellos de esperanza
Los últimos encuentros están dejando entrever el rendimiento progresivo de nombres que, ya sea por el contexto de lesionados, o por la confianza que van cogiendo, cada vez están siendo más trascendentes en el juego. Es el caso de Noah Darvich, Rubén López e Iván Cedric.
El primero de ellos, parte de una posición de extremo hacia adentro. Forzado por las bajas en ataque, el alemán sigue dejando detalles de calidad: “Es su cuarto partido de titular consecutivo. La posición también es por necesidad. Nos da ese centro a pierna cambiada y su evolución es muy buena”, comentaba Sánchez sobre él.
Rubén López también ha dado un paso adelante y su adaptación es ya una realidad. Su capacidad para presionar le ubica por momentos como extremo y cuando el equipo repliega, más por dentro. Su polivalencia es una baza que el técnico azulgrana tiene muy presente y prueba de ello son los minutos que acumula.
Por otro lado, Iván Cedric está siendo la referencia en ataque y el nueve más puro del que dispone el equipo. Trabaja y lucha cada balón, protege bien y ayuda a generar peligro por poco que sea. Su efectividad ante la Real no fue la esperada, pero no destacar su papel sería injusto.
Debutaron también David Oduro y Aziz Issah. Dos jugadores que tras meses de espera se vistieron de corto para sumar sus primeros minutos. El lateral ghanés fue el más participativo y sus centros fueron una buena carta de presentación, como jugador de recorrido. Aziz entró en lugar de Darvich y ayudó a abrir el campo, en el momento en que el cuadro culer contaba con superioridad numérica por las expulsiones.
Tras Arnau Tenas y Marc Casadó, Unai Hernández
Los últimos dos años, con Rafa Márquez al mando, se han erigido capitanes con renombre en el filial azulgrana. Arnau Tenas o Marc Casadó han sido el ejemplo ideal para los que vienen de abajo. Ese canterano de las categorías inferiores, que siente la camiseta y demuestra un amor incondicional por el club de su vida. Este año, el testigo lo ha cogido claramente Unai Hernández y ayer sumó su partido número 50 en el filial. Es el líder absoluto y la cara visible. El encargado de tirar de las orejas a sus compañeros y unir con pegamento la zona de tres cuartos.
Es el faro de Albert Sánchez y al que tendrán que acompañar más efectivos para que la desesperación o angustia, que se puede percibir en tramos de los últimos partidos, se transforme en el talento que haga enaltecer sus virtudes sobre el verde. Es ahí cuando veremos al Unai más diferencial. Remar todos a una, para que si no es uno sea otro el que marque las diferencias.