La afición barcelonista conoce de sobra el significado de Gerard Piqué en el universo Barça. Un capitán con madera de presidente que se parte la cara, literalmente, por el club de sus amores. El defensa catalán ha sido criticado en muchas ocasiones, incluso desde la propia afición blaugrana, pero su entrega y su sacrificio por el Barça están fuera de duda.

La actual campaña no está siendo nada fácil para el defensa catalán. Al bajo nivel mostrado por el equipo a lo largo de estos meses hay que sumarle la grave lesión que sufrió en el Wanda Metropolitano allá por el mes de noviembre. Su temporada se paró cuando Ángel Correa, involuntariamente, cayó sobre su pierna y le hizo crujir su rodilla.

Piqué ha vuelto en un momento muy delicado para el equipo. Ahora ya recuperado, el zaguero reapareció en el partido de Champions frente al PSG y ya dio muestras del carácter y del liderazgo que posee en la debacle del Barça ante los parisinos. No pasaron desapercibidos los gritos a sus compañeros, algo que se echaba en falta. Una muestra de orgullo por un escudo que tan mal lo está pasando.

La reaparición de Geri ha servido para dotar de estabilidad a la defensa azulgrana. La temporada de Lenglet está dejando mucho que desear, Umtiti continúa demostrando que no tiene nivel para estar en el Barça y la lesión de Araujo truncó una de las pocas esperanzas que la parroquia culé tiene esta temporada. Por ello, la aparición de Piqué supone un pequeño chute de energía y además ayudará a subir el nivel de una defensa en horas bajas.