Agosto es el mes que da comienzo a la temporada de fútbol, pero también el mes que vuelve a revivir los debates de los premios individuales. Leo Messi, una vez más, está entre los mejores -y aunque no es ninguna novedad- sorprende que tenga que competir para conseguirlo tras alcanzar los mejores registros del mundo.

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Messi recibiendo el premio UEFA en 2015. Foto: MARCA

El argentino se cita este año con Cristiano Ronaldo y el flamante campeón de Europa, Virgil van Dijk. Teniendo en cuenta los precedentes de temporadas anteriores y guiándonos por el criterio de los periodistas deportivos que se encargan de votar, el premio debería ser para el ganador de la Champions, sin importar lo jugado en otras competiciones. Si adoptamos la lógica y el sentido común, el premio debería ser para el futbolista más determinante y con mayor regularidad de todo el año, y ahí no hay color. Leo Messi, que ya ha ganado dos premios desde 2011, sabe que lo tendrá muy difícil. Los números no engañan: en 51 partidos, ha marcado 50 tantos y ha regalado 22 asistencias. Y eso que se perdió casi un mes por una fractura del antebrazo el pasado octubre. En números, el jugador que más le ha peleado la posición ha sido Kylian Mbappé. El francés, que en 43 partidos jugados, anotó 39 goles y dio 17 pases de gol, mantuvo un pulso hasta prácticamente la última jornada de Liga para llevarse una bota de oro que finalmente se apropió Messi, la quinta de su palmarés.

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Los tres nominados por la UEFA.

Sin embargo, uno de los nominados para esta nueva edición, el portugués Cristiano Ronaldo, ha cuajado una de sus “peores” campañas que se recuerdan. Y es que, pese a conseguir en 43 partidos la escandalosa cifra de 28 tantos y 10 asistencias, para lo que estamos acostumbrados cada año de él, son números pobres. Su rivalidad con el astro argentino aún sigue intacta, pero la marcha a otra liga provocó un distanciamiento severo que para nada ha repercutido en Leo Messi, quien ha seguido demostrando semana tras semana que nadie le pisa los talones. En títulos, a nivel de clubes, ambos celebraron lo mismo, pero también es cierto que Cristiano volvió a hacer historia consiguiendo con su selección un nuevo trofeo europeo, la Uefa Nations League, batiendo en la final a la Holanda del defensa del Liverpool y también nominado, Virgil van Dijk. Messi, en cambio, no pasó de semifinales en la Copa América disputada en Brasil.

El reciente campeón de la Supercopa de Europa tiene todas las papeletas para alzarse con este premio individual, aunque ni él mismo esté de acuerdo con la elección. En la rueda de prensa posterior a la final de la Champions League, el central declaró tajantemente que Messi era el número uno pese a no haberse coronado campeón de Europa: “¿Yo el balón de oro? Messi es el mejor y se lo merece siempre. Es el mejor del mundo aunque no haya jugado la final”. Ya en semifinales de la competición, Virgil pudo conocer en primera persona de lo que era capaz el argentino, quien tumbase desde 30 metros al meta Alisson Becker, gol de la temporada elegido por la UEFA.

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Leo Messi y Van Dijk en las semifinales de Champions. Foto: Getty.

Lo mejor del rosarino es la tranquilidad con la que se toma este cansino tema. Ya tuvo que ver cómo le descendían hasta la discutida quinta posición en el pasado balón de oro que ganó Luka Modric. El mundo del fútbol no lo entendía. Mientras algunos se autodenominan los mejores, los más completos, los que mejores números tienen, o se marcan diferencias ventajistas desde el punto de vista comparativo, otros siguen hablando en el terreno de juego. Nadie duda de los méritos que han hecho cada uno de los nominados, pero cada día que pasa, la diferencia futbolística entre Messi y el resto de terrenales, se agranda. Como el buen vino, con los años mejora, y aunque sigan saliendo nuevas promesas, aún no hay ninguna que le discuta en registros y en influencia para su equipo. La sensación para los amantes de este deporte es que se le ha valorado mucho menos de lo que realmente merece, y en el gremio se tiene una opinión muy generalizada sobre el 10 del Barça, pues si por ellos fueran, le otorgarían un premio exclusivo a él cada año, y que los demás jugaran en una liga totalmente diferente para repartirse otros galardones.

Así es la vida de Leo Messi: una lucha frustrada contra el marketing en el fútbol.