Dos semanas de emociones se vivían en aquel abril de 2011. Dos semanas de clásicos que se saldaban con derrotas, empates y victorias, pero ninguna como aquella noche de Champions en el Bernabéu. Barça y Madrid sólo se habían cruzado tres veces en competiciones europeas, con balance a favor de los blancos, y esa era una espina que los culés tenían clavada.

Lionel Messi, Ibrahim Afellay - Lionel Messi and Ibrahim Afellay ...
Messi y Afellay. Fuente: FCB

Las semifinales ya empezaban a calentar desde los banquillos. Guardiola y Mourinho intercambiaban unas frases que quedarían para la historia, como el “José es el puto jefe, el puto amo” o el “¿Por qué?” del portugués tras la derrota en su propio estadio después de una exhibición maestra de Leo Messi. Con tensión en el ambiente por la final de Copa que se disputaría unos días antes, el Barça quería conquistar terreno merengue. El crack argentino maravilló con dos tantos que dejarían encarrilada la eliminatoria, uno de ellos tras asistencia de Afellay, que fue uno de los primeros cambios del junto catalán, y el más importante para desequilibrar la igualdad. El extremo holandés, con su velocidad, dejó en evidencia las carencias defensivas de Marcelo, superándole en todos los uno contra uno, y dejando en bandeja al diez del Barça para abrir el marcador.

Pero la sinfonía perfecta llegó en el 0-2. Una sutil y acertada asistencia de Busquets a Messi destrozaba al Madrid en mil pedazos. Carrera desde el centro del campo que significaría, además de un palo para el eterno rival, uno de esos goles que quedan en la retina de los aficionados, superando hasta cinco rivales sin despeinarse, y volviendo a escribir una pesadilla más en la historia del Real Madrid. Este resultado serviría para poner el broche de oro en el Camp Nou y llegar así a la final de Wembley por todo lo alto.

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Messi celebrando el 0-2. Fuente: UEFA