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Un final gris de transición

Se cierra una Liga para olvidar y se cierra un ciclo. Con la victoria insulsa en Ipurúa, el Barcelona ha dicho adiós a una temporada con la misma tónica en la que ha jugado: sin ritmo, sin intenciones y lánguidamente. La apatía ha dominado constantemente un vestuario que solamente ha exhibido intensidad en escasos momentos de brillantez culé, a la postre de alzar la Copa y no quedarse como el Real Madrid: en el “nadaplete”, el ridículo más absoluto que pueden vivir los clubes de esta categoría.

Si algo nos debe enseñar esta Liga aciaga, volátil e impredecible, es a sacar conclusiones. La competición más importante la jugará Laporta en el mercado de fichajes este verano, para reformular la plantilla y presentar un equipo victorioso, con ambición y que no alquile resignado su legítima plaza en lo más alto. Sin duda, el “nuevo” presidente de la entidad ha tomado nota del naufragio blaugrana, y estará cavilando la receta para instaurar una necesaria revolución desde los mismísimos cimientos.

Abrazo entre Messi y Laporta al recibir la Copa del Rey. Fuente: Getty Images

El descalabro en los títulos no es el problema principal. Lo preocupante es la inexistencia de identidad, del juego total, y de un hambre de lucha que caracterizaban al Barça y que han brillado por su ausencia en los últimos partidos. No basta con cambiar de entrenador: además de una apuesta por los más jóvenes que los últimos técnicos no han acabado de abanderar, se debe dotar a la plantilla de jugadores de esos que con su talento, carisma y compromiso sean capaces por sí mismos de marcar la diferencia en cualquier competición. Pero está claro que, para conseguir este objetivo, a Laporta le obstaculizará en gran medida la falta de liquidez, la gran quimera del nuevo equipo directivo.

El balance total ha sido de 79 puntos, con 24 victorias, 7 empates y 7 derrotas. Es doloroso saber que, si hubiesen sacado pecho y ganado los tres últimos partidos, los blaugranas estarían en estos momentos celebrando la Liga, incluso pese a tener perdido el “gol average”. En su lugar, se han llevado tan solo un punto de los tres encuentros, firmando su certificado de defunción y propiciando que los aficionados tengan que mirar por televisión cómo los rojiblancos conquistan Neptuno. Escuece.

El equipo celebra eñl gol de Griezmann en Ipurúa. Fuente: Getty Images

El equipo se puede congratular de, paradójicamente, ser el equipo que más dianas ha marcado, 18 goles más que el Atlético ganador. Pero esos tantos no han llegado en los momentos en los que tocaba, y el colador defensivo tampoco ha contribuido a que los goles sirviesen para embolsarse puntos. El descalabro liguero que ha firmado el Barça es tal que, con su tercer puesto, ha entrado en el “top 5” de peores resultados de toda su historia moderna en este torneo. La magnitud de la catástrofe se entiende teniendo en cuenta que, de 22 Ligas jugadas en este siglo, el Barcelona ha figurado campeón o subcampeón en 17 de ellas. Este bronce nos remonta a la negra 2007-08, que supuso el final de Rijkaard como entrenador y el desvanecimiento de la estrella de Ronaldinho, nuestra sonrisa más emblemática. Los paralelismos son más que evidentes.

El final de temporada deja al equipo sumido en un mar de dudas que le ha perseguido durante toda la campaña. Se puede especular (con mayor o menor acierto) sobre quiénes de la plantilla actual se quedarán, quiénes vendrán y quiénes han jugado ya su último partido con el escudo culé. Incluso Messi se ha mostrado enigmático al respecto. La realidad es que este verano se jugará una partida de ajedrez liderada por Laporta en los despachos mucho más importante que cualquier partido de esta temporada. En juego está lo más valioso: recuperar los valores del club que enamoran a su gente, el orgullo que nos ha llevado a la cima tantas veces y nuestro santo y seña, nuestra dignidad. A menudo es necesario tocar fondo para volver a la senda correcta; habrá que rezar porque esta temporada haya sido un necesario punto y aparte previo a un proyecto que nos haga volver a brillar en Europa durante esta  década entrante.

Los culés ansiaban la Liga, pero no eran más que ilusiones. Limpieza y reseteo. A partir de ahora, dejen trabajar a Jan.