El Barça lleva años buscando jóvenes promesas con las que ilusionarse. Mientras que su eterno rival se ha ido reforzando con jugadores con un alto nivel de proyección, en la ciudad condal se han tenido que conformar con ver cada semana a los mismos 11 cabrones de siempre, parafraseando al gran John Benjamin Toshack. En este nuevo Barça de Ronald Koeman si algo nos ha quedado claro durante su primer mes de competición es que los jóvenes van a contar y mucho. Lenglet y De Jong son insustituibles, Ansu Fati es titular con solamente 17 años, Dest está disputando minutos nada más llegar, Pedri ya maravilla desde el banquillo y nuestro protagonista, Francisco Trincão, ya discute la titularidad a un jugador elite como lleva años siendo Griezmann.
A principio del presente año se hizo oficial la incorporación de un joven extremo derecho del Sporting de Braga de solamente 20 años por una cifra cercana a los 30 millones de euros, y que solamente había disputado hasta entonces una veintena de partidos en la Liga NOS portuguesa. A priori se trataba de un fichaje arriesgado, inflado de precio y que presuponía ser otro de los negocios turbios a los que la directiva lleva años acostumbrándonos. Un jugador desconocido por el gran público y por el cual se había pagado una cantidad ingente de dinero desde un Barça que lleva años con problemas de liquidez económica.
Con todos estos condicionantes llegó Trincão el pasado verano a la ciudad deportiva, sin saber que le iba a deparar el futuro. Lo más probable sería que se marcharse cedido en busca de minutos, pero la abrupta y dolorosa derrota en Lisboa, sumada a la destitución de Setién y posterior llegada de Koeman, cambiaron el futuro del extremo portugués. El técnico holandés durante sus primeros entrenamientos vio algo diferente en Trincão, algo de lo que lleva años careciendo el Barça: un extremo derecho que parta desde la cal, con desborde y profundidad.
Trincão era su hombre y contaba con la confianza de Koeman, posiblemente no para ser insustituible desde el principio, pero sí para ser ese as bajo la manga del que disponga en determinados momentos a lo largo de la temporada. Esa primera situación fue el estreno en Champions, donde el luso dejó un repertorio de todo lo que le puede dar al Barcelona: desborde, amplitud, regate y profundidad.
Y en el horizonte inmediato, el clásico del próximo sábado ante el Real Madrid, donde Koeman deberá de elegir entre un Antoine Griezmann que no acaba de encontrar su posición y él. Presumiblemente el técnico neerlandés apostará por Griezmann y no le señalará de cara al clásico, pero que Trincão esté en la conversación para sustituirle dice mucho sobre su impacto en estas pocas semanas y, sobre todo, durante la primera parte ante el Ferencvaros. Una carta de presentación magnifica en un Camp Nou que ya aguarda la recepción de los aficionados para volverse a ilusionar con Francisco Trincão.