El Barça aterrizó en la tarde de viernes en el Palau en busca de su sexta victoria de Euroliga. Segundos por detrás del Real Madrid y habiendo perdido el único partido precisamente en la Casa Blanca, necesitaban seguir colgados al liderato -y por qué no, continuar invictos en su propio templo

.Los blaugranas llegaban propulsados no solo por resultados, sino de recibir la mejor noticia de la semana: Grimau podía contar por fin con Laprovittola y Rokas, tras recuperarse de sus sendas lesiones.

Enfrente, un Estrella Roja muy por debajo en la tabla continental (ocupando el puesto 13º), pero que llegaba en buena dinámica tras vencer el fin de semana en liga y su último partido de Euroliga contra el Bayern. Los serbios alistaron en sus filas a Mike Tobey, viejo conocido del Palau durante la temporada pasada, que sin duda viviría una noche más especial de lo habitual.

El Barça comenzó apoteósico el partido, como acostumbran los blaugranas esta temporada sea cual sea el resultado final. Entre recuperaciones de Kalinic, canastas en la cocina de Da Silva, un Vesely muy inspirado con seis puntos y Abrines uniéndose a la fiesta del triple, los locales consiguieron poner pies en polvorosa en los primeros cuatro minutos: 13-6.

A partir de ahí dieron rienda suelta al descontrol en el juego, inaugurando una auténtica montaña rusa digna de Portaventura. A Sfairopoulos no le estaba gustando el comienzo de la película y solicitó tiempo muerto, para tratar de averiguar cómo cambiar de género a la trama. O los actores. O casi si pudiese, incluso el escenario, vista la pasividad de un combinado serbio que estaba anotando más por desajustes culés que por méritos propios.  El Barça, con Laprovittola de vuelta a la pista, comenzó a atravesar enormes altibajos de conexión al encuentro y a encajar demasiado. Yos canastas seguidas del Estrella Roja nada más reanudarse el tiempo muerto indiciaban que el plan cinematográfico del técnico griego podría estar dando sus primeros frutos.  Con este guion se dio por finalizado el primer cuarto, que exhibía un marcador ajustado de 21-18 en el luminoso para reflejar los contrastes que se habían vivido sobre la pista.

Jabari Parker apareció en el segundo cuarto con un inicio apoteósico, digno de un elefante en una cacharrería dispuesto a darle un vuelco al barrizal en el que se estaba metiendo el Barça. Empujó al equipo en volandas hasta conseguir irse 10 puntos arriba en los dos primeros minutos de cuarto, en un parcial de 9-2 favorable a los culés. Willy Hernández también se quiso sumar a la fiesta en un tramo de avasallamiento blaugrana, llegando a implantar un tranquilizante 42-25. A partir de ese momento, de inflexión negativa para los de Grimau en el partido, pasaron a anotar tan solo otros cinco puntos en el final del cuarto, dejando que los serbios se marchasen al vestuario respirándoles en la nuca: 77-43.

El regreso de Laprovittola a la pista. Fuente: @FCBbasket

Llegados a al tercer cuarto el Barça siguió en su clima de inestabilidad absoluta. Parecía afrontar con mucha pasividad algunos de los ataques de Estrella, que podía acceder con demasiada facilidad y espacios a canasta. Los blaugranas conseguían mantenerse a una distancia relativamente cómoda en el luminoso, 60-51, pero los fallos a diestro y siniestro de Willy en los tiros libres y la racha anotadora de los serbios provocaron que alcanzasen a estar a solo un punto de diferencia. Una canasta de Parker permitió irse al último cuarto con algo de oxígeno (65-62).

El Palau vivió su punto álgido de caldeamiento al final, intentando aupar a unos jugadores demasiado alicaídos para haber ido en todo momento por encima en el marcador. Los propios aficionados insuflaron confianza a los jugadores, incluso a un Willy que llegado el punto crítico, ahora sí, supo ayudar al equipo con libres. El Estrella Roja, pegado a la puntuación de los culés cual lapa, siguió apretando a una distancia de entre uno y tres puntos hasta el respiro final -perdón, el pitido final. Los checos Vesely y Satoransky, con sendos alley-oops y triples, se pusieron el mono de trabajo sin importarles un día más colgarse galones en un día tan determinante. Y Parker, como estuviera escrito, fue el último héroe anotador -como lo había sido tantas veces en esa noche de viernes.

86-81 para sellar, con un resultado bastante más calmado de lo visto sobre la pista, la sexta victoria blaugrana en Euroliga.