El Barça viajó a la capital un gélido jueves 2 de marzo para jugar el Clásico del fútbol español en su estadio favorito, el que mejor se le da en las grandes citas: el Santiago Bernabéu. La ocasión no era para menos, se jugaba la ida de semifinales de la Copa del Rey, uno de los dos títulos prioritarios esta temporada para los blaugranas.

El choque comenzó con un primer aviso de los blancos, un ataque en el que Benzema se quedaba solo ate Ter Stegen y enviaba el esférico al lateral de la red. Escasos segundos antes el estadio al completo se había puesto de acuerdo para cantar “Real Federación, corrupción”, una de las pocas premisas en las que ambas aficiones pueden coincidir.

Los culés, bien al inicio en la presión arriba, sufrían especialmente el ataque del Madrid por la banda izquierda de Balde, que derivaba su juego hacia ese lateral a sabiendas de que por el derecho era Araujo el que aguardaba con ansias los intentos de Vinicius.

El Real Madrid certificó su buen arranque con un gol correctamente anulado por fuera de juego a Benzema en el minuto 11. Vinicus agarró del cuello con un feo gesto Frenkie de Jong en el minuto 23, acción que le granjeó una amarilla que se acercaba más a lo naranja oscuro. Acto seguido Kessié marcó el primer gol para los culés, en una jugada en principio anulada por fuera de juego de Raphinha, que no había llegado a participar, y en la que el VAR entró en acción contradiciendo a Munuera Montero.

Vinicius, neutralizado completamente por Araujo Clásico tras Clásico. Fuente: Getty Images

La fractura a cargo de los blaugranas en el marcador cambió el curso del partido por completo, dibujando un final de la primera parte que nada tenía que ver con el dominio madridista del inicio. Los espectadores comenzaron a disfrutar de un encuentro abierto, directo y plagado de ocasiones, con un Gavi protagonista y algo pasado de revoluciones que aunaba el foco de los improperios de la grada blanca, y un Busquets que acusaba su edad y la baja de Pedri viéndose superado físicamente en el centro del campo.

El Madrid, consciente de la necesidad de remontada, salió con toda su mordiente en la segunda parte y encadenó tres córners consecutivos que la muralla blaugrana conseguía achicar. Mientras tanto, el rifirrafe entre Vinicius y Gavi proseguía, viendo este último la amarilla que llevaba presagiando toda la primera mitad durante la defensa de uno de esos saques de esquina. El brasileño, como acostumbra, se continuó salvando de una segunda amarilla aun profiriendo insultos al cuerpo arbitral.

Gavi fue increpado constantemente por los aficionados blancos. Fuente: Getty Images

Ter Stegen apareció cual ángel de la guarda en el minuto 57, con un paradón con vuelo al estilo “Superman” que hubiese puesto las tablas en el marcador. Debería haber servido para alertar al cuadro de Xavi de que los blancos se estaban encontrando peligrosamente cómodos con el dominio del balón, y que en el Bernabéu un resultado así no se mantiene mucho tiempo si no existe una contra reacción acorde.

A falta de media hora de juego continuaba el asedio en el Santiago Bernabéu, con un Barça salvado por su excelsa defensa y con muy pocas ideas en ataque, problemática que se está volviendo crónica para Xavi. Raphinha, en especial, tenía uno de esos días en los que no era capaz de irse en regate de los contrarios, y a Ferran no le llegaba el balón. Las jugadas culés no existían simplemente porque los mediocampistas, que son los encargados de fabricarlas, no eran capaces de controlar la posesión. Así, se vivía una dinámica muy atípica en los Clásicos: el Madrid retuvo la posesión y las ocasiones, mientras que el Barça anotó y se revolvió incómodo en la espera a la creación del rival.

Pero la rutina y la costumbre siempre dan lugar a la anécdota, de nuevo a manos de Franck Kessié. Los blaugranas se inventaron un contraataque ya superado el minuto 70, que remató el marfileño e hizo enmudecer al Bernabéu cuando vio al balón, que iba al fondo de la red, estrellarse en un impasible Ansu Fati para marcharse tras el poste derecho de Courtois.

Kessié, incrédulo ante la ocasión fallada bajo palos. Fuente: Getty Images

El técnico madridista, Ancelotti, eligió el momento posterior a la ocasión culé para realizar su segundo cambio, frente al  irónico movimiento de ficha de Ansu Fati por Raphinha que había realizado Xavi tan solo 3 minutos antes entorpecer la jugada de Kessié.

La siguiente decisión de Xavi de cara a mantener el resultado fue la entrada de Sergi Roberto por Kessié en el minuto 85, que estaba siendo el único a falta de delanteros operantes en amenazar la portería del gigante belga.

Cinco minutos de añadido no fueron suficientes para que el Real Madrid efectuase su acostumbrada remontada, ante el asombro de muchos aficionados blaugranas que temían ese inevitable curso de los acontecimientos al ver la propuesta conservadurista y atípica del Barça.

Pese a la poca brillantez del juego y a tener estrellas tan titilantes como Pedri, Dembélé o Lewandowski en enfermería, 0-1 en la catedral madridista y el mejor escenario posible de cara a la vuelta.