Andrés Iniesta, el genio de las dos estrellas

Una brillante idea de Albert Einstein, una canción de Michael Jackson, un cuadro de Pablo Picasso, un libro de William Shakespeare, una sinfonía de Mozart, un mate de Michael Jordan, un revés de Federer, un gancho de Mohamed Ali, un gol de Messi. Y Andrés Iniesta Luján.

El mundo se divide en dos: los que nacen con genio y los que quieren llegar a serlo. Estando de pasada, algunos se empeñan en dar sentido a lo que conocemos como vida. Fijaos en el más pequeño de los detalles y pensad en cómo de grande puede llegar a convertirse. De eso se trata, de disfrutar y hacer disfrutar. De Johannesburgo quedan recuerdos de un grupo que marcó un antes y un después en la historia del fútbol. Cuando San Iker obraba milagros, cuando la orquesta se dirigía desde las botas de Xavi, cuando Iniesta de mi vida era el que pincelaba la jugada, y cuando el Guaje Villa encendía su mecha en el área . Un pase entre líneas, un tacón, una somnífera croqueta o un desliz para empujar el balón. Siempre estaba ahí. Él nació con estrella. Desde Fuentealbilla hasta Barcelona; desde los doce hasta los treinta y cuatro años. Siempre escucho que por qué se idolatra tanto a alguien que sólo da patadas a un cuero redondo, y siempre encuentro respuesta para detallar a fondo. No se trata del enorme mérito de salvar vidas, de curar enfermedades, de mantener el orden público o de formar parte de la enseñanza… se trata de algo diferente. Estar en el momento adecuado para brillar, para unir, para aventurar nuevos caminos, nuevas ilusiones, para demostrar, sentir y amar. Un gol no es más que una fugaz emoción, pero el gesto que hay detrás puede escribir la historia a pluma y con tinta maestra.

Un tipo sencillo, capaz de acordarse de los que ya no están, de escuchar el silencio mientras todo un país gritaba su nombre. Un tipo familiar, cercano y ejemplar. Una imagen que detallaba la cualidad humana transmitida desde las raíces del deporte. El protagonista no quería ser él, tenía que ser su amigo Dani Jarque. Ahí es cuando uno se da cuenta de que Andrés es el más especial. Stamford Bridge llamó a la puerta del cielo y Sudáfrica culminó la entrada al olimpo de los Dioses. Andrés, otra vez tú. Minutos de infarto y oraciones de todo tipo. Dos goles que cambiaron la historia del Barça y de la selección. Un instante que nos hizo reflexionar, aprender y valorar todo lo que teníamos la suerte de estar viviendo. Hablamos de una generación dorada. Hablamos de que meses antes, su presencia en el Mundial estaba en dudas. Hablamos de que hay cinco continentes, casi ocho mil millones de personas, y todas las miradas estaban puestas en él. Sí Andrés, el destino quiso que fueses tú y solamente tú. Tenías que estar en la historia de lo que más querías, tenías que ser el afortunado de guiarnos a la felicidad, de regalarnos vida. Porque al final el dinero no es más que un simple papel, y la leyenda lo es todo.

Mi pequeño homenaje es hacerte eterno a través de un recuerdo que me ha llevado hasta aquí, y por ello, mi destino te debe parte de lo que soy.

Tú eres el elegido, el único e inigualable genio con dos estrellas.