Los entrenadores holandeses destacan por su sinceridad y claridad con los medios, y Koeman encaraba el debut liguero haciendo gala de ello. Prometió resultados por encima del espectáculo, y prueba de ello fue el once inicial. Como diría Toshack, “los mismos 11 cab**** de siempre”, con la única novedad de Philippe Coutinho.

Sin embargo, la mano del entrenador durante la pretemporada se notó en el ritmo de la mayoría de ellos. Con la movilidad que otorga no tener un delantero centro puro, el Barça hizo daño basándose en la calidad de los de arriba. Con Ansu encarando en la banda izquierda, las alternancias para entrar en contacto con el balón de Messi y Coutinho, además de Griezmann en menor medida, formaban un equipo imprevisible y muy incisivo.

Ya desde los primeros minutos se hizo patente que la sociedad Messi-Alba volverá a dar frutos un año más. Un pase a Messi entre líneas significa una ocasión de peligro, y Alba parece rejuvenecido, seguramente aprovechando la buena preparación física del entrenador. En la otra banda, mucho menos peligrosa con Sergi Roberto, se espera la llegada de un Dest que debería aportar ese extra para desequilibrar en los dos costados del campo.

Con ese planteamiento y generando peligro desde los primeros minutos, apareció pronto la figura del partido. Una figura inesperada, ya que entre tantas estrellas brilló la más joven. Al cuarto de hora de partido, Ansu Fati enganchaba un pase desde línea de fondo de Jordi Alba para colocarlo a la escuadra del palo corto y poner el 1-0. A penas cuatro minutos después, en el 19, volvía a encontrar el primer palo para rematar una contra liderada magistralmente por Philippe Coutinho.

Con un 2-0 en el marcador, el Barça tenía el control absoluto del partido. Tenía la pelota, hacía daño en las transiciones ofensivas y mostraba una gran variedad de opciones con los cuatro de arriba. Ya en el minuto 34, de nuevo Fati hacía daño por la banda izquierda, pero esta vez era derribado por Mario Gaspar para provocar un penalti que convertiría Leo Messi por la derecha de la portería de Sergio Asenjo.

Con un Vila-real ya derrotado anímicamente llegaba la puntilla justo antes del descanso. Un centro medido de Leo Messi, antes de llegar a Sergio Busquets, era despejado sin fortuna por Pau Torres en su propia portería. El Barça llegaba al descanso con un 4-0 y unas sensaciones inmejorables.

Ansu Fati celebra uno de sus goles del encuentro

Después del descanso, con el partido ya resuelto, el Barça bajó la intensidad del encuentro, dejando así recuperar un poco el control del juego al submarino amarillo. El peligro seguía en la banda izquierda con buenas asociaciones entre Messi y un Ansu Fati lleno de confianza. Del mismo modo, Piqué atajaba cualquier atisbo de peligro de los visitantes, que sobre todo llegaba por la banda de Sergi Roberto de la mano de Pervis Estupiñán.

El Barça estuvo en un muy buen ritmo para competir, a excepción de Sergio Busquets y Sergi Roberto, que demostraron una marcha menos respecto al resto de sus compañeros. Coutinho manejó bien en tres cuartos, Griezmann hizo el trabajo sucio generando espacios para Messi y Ansu definió con actitud de killer.

Llegaron los cambios en el minuto 69, cuando Dembélé sustituyó al “hombre” del partido, Ansu Fati, y el joven Pedri dio descanso a Coutinho. Asimismo, en el 77’ Trincao sentó a Griezmann, y Pjanic debutó en el lugar de Sergio Busquets. Con el partido totalmente resuelto, las nuevas incorporaciones tuvieron minutos para adaptarse y dejaron algún detalle técnico remarcable.

Koeman también probó algún ajuste defensivo con Trincao y Dembélé en las bandas, que bajaban hasta la línea de pivotes para conformar un 4-4-2 en fase defensiva, dejando así a Pedri y Messi como hombres más adelantados y liberados de la carga defensiva. Buen encuentro y buen estreno liguero de los de Ronald Koeman, que cogen carrerilla para afrontar una nueva campaña en la Liga Santander.

Messi y Ansu Fati, goleadores del partido