San Mamés marcó el pistoletazo de salida de una nueva liga para los culés. Un Athletic muy superior físicamente evidenció los problemas tácticos de un Barça que pecó de la confianza ganada en los últimos partidos frente al Nápoles. Finalmente, Aritz Aduriz finiquitó el resultado.
No había mejor escenario para estrenarse. Ernesto Valverde volvía a su antigua casa con la exigencia por las nubes: el equipo, aún en trámites de coger ritmo de competición, visitaba una de las salidas más complicadas de la temporada, y sin su estandarte en el ataque. El Txingurri sorprendió dejando a los habituales Rakitic y Busquets en el banquillo, mientras que apostó por una media con Aleñá y Sergi Roberto, acompañada por el flamante fichaje Frenkie De Jong. Atrás, la que parece que será la defensa habitual con Semedo-Piqué-Lenglet-Jordi Alba; y en ataque con el tridente previsto a la espera de la vuelta de Messi: Dembelé-Suárez-Griezmann. A priori, un once inaudito para lo que está acostumbrado el barcelonismo en las citas grandes, pero con la intención más que clara de retener la pelota y crear desde atrás.
Los leones, que llegaban en una increíble forma física, ejercieron una presión asfixiante durante los primeros cuarenta y cinco minutos, llegando a crear serio peligro con Williams en punta, pero un impecable Ter Stegen se encargó de salvar los muebles. Los espacios en la salida de balón de los culés se reducían, pues Raúl García anuló la libertad de movimientos de Frenkie, el principal motor del centro del campo. Los canteranos Aleñá y Sergi Roberto tampoco tuvieron su día, y no fueron capaces de ser el apoyo que requería la transición defensa-ataque junto al holandés. La primera ocasión clara del Barça llegó de las botas de Luis Suárez tras un error defensivo de los bilbaínos, aunque su remate se estrelló en la madera. Poco después, el charrúa tuvo que ser sustituido por un pinchazo en el gemelo, dando entrada a Rafinha.
La segunda parte mejoró con la entrada de Ivan Rakitic. Valverde se dio cuenta de que el equipo necesitaba más control y el croata fue pieza clave para convertirse en el apoyo que demandaba el partido. Un Griezmann ausente fue totalmente opacado por Rafinha, quien además de estrellar un balón al travesaño, cogió el timón del barco para intentar conseguir la victoria. Tras su buena pretemporada, el premio más que merecido se vio reflejado en su actitud para intentar salvar los primeros puntos de la Liga. Sin embargo, una de las caras negativas del encuentro la aportó Dembélé, que sigue siendo muy discutido por sus altibajos en cada partido que juega. Una vez más, se le vio impreciso y poco participativo, sin hacer uno contra uno y sin conectar con su compatriota Antoine. Aunque en la segunda parte el equipo en general mejoró, de poco sirvió. Una espectacular chilena de Aritz Aduriz en los minutos finales tras un desbarajuste defensivo terminó por noquear al Barça.
Sin ideas, sin ritmo y sin precisión. Así fue la carta de presentación de Ernesto Valverde y los suyos en uno de los templos del fútbol. Aunque se entiende que es el comienzo de temporada y que tienen que volver piezas importantes, esta derrota reactivará el debate sobre si se debe asumir el fichaje de Neymar, pese a que hace unas horas el club comunicara la cesión de Coutinho al Bayern de Munich, lo que complica aún más la llegada del crack brasileño al Barça.