Volvía el Barça al Camp Nou después de la semana fatídica de Champions y Clásico, en el que el conjunto de Xavi Hernández evidenció una falta de competitividad que transmitió a la afición pocas ganas de seguir en pie. Pero la necesidad lo demandaba, y los culés han calmado la tormenta con la mejor medicina que existe: fútbol y goles.
Ferran, Ansu, Frenkie, Jordi Alba y Marcos Alonso eran las novedades más destacadas en un equipo que necesitaba recomponerse a base de buen juego y efectividad. Xavi buscó orden y compromiso, comprometiendo al jerarca del equipo, un tal Sergio Busquets, a sentarse en el banquillo. Frenkie, que hizo un partido como pocos se recuerda, brilló en la posición de pivote, asumiendo galones en la salida de balón, ejecutando la presión alta y abarcando terreno para asfixiar al Villarreal, que se mostraba débil cuando intentaba salir de su área. Oxigenó a su vez a Pedri y Gavi, que, hoy sí, fueron protagonistas de la creación del equipo, y se notó.
Precisamente con un pase filtrado del canario llegó la jugada del primer tanto. Jordi Alba, apareciendo donde siempre fue determinante, lució un centro raso que no desaprovechó el pichichi de La Liga. A Robert Lewandowski no se le ocurrió otra cosa que inventarse un movimiento de espaldas que dejaba perplejo a Rulli en su salida. Marca de la casa y delicatessen para los que presenciaban el espectáculo. Con el 1-0, el equipo no se conformó, hasta que pocos minutos después, una recuperación de Pedri, conducción posterior de Gavi, y finalización magistral del ‘9’ del Barça con una rosquita imparable, ponía el segundo arriba en el marcador.
Pausando el partido y antes de poner fin a la primera parte, llegaría una magnífica jugada de Ferran por la derecha que culminaría Ansu en el punto de penalti, con una carambola que solo el fútbol te puede explicar. El extremo, que completó los 90’, volvió a ofrecer un gran nivel después de su gol en el Santiago Bernabéu, y dejó señas de que, con él en el campo, las decisiones se toman de forma más inteligente. Ansu y Ferran hicieron olvidar de forma absoluta a Dembélé y Raphinha, los habituales del inicio de temporada.
Ya en la segunda parte se vio un Barça más relajado, que controló sin mucho desgaste. Koundé maquillaba cualquier ataque ‘groguet’ tras una primera parte excelsa. Los de Xavi se permitieron aflojar el muelle y dar entrada a algunos jugadores que están en entredicho, como Busquets o Piqué. Este último generó cierto descontento en la parroquia culé y se llevó una pitada, dividida también por aquellos que quisieron aplaudir.
Sin duda, un partido para recuperar sensaciones, transmitir tranquilidad y para volver a poner orden sobre la mesa.