Todos esperaban que en el once inicial partieran Ansu Fati o Braithwaite. Además del lateral izquierdo, esa era la duda de Setién, que finalmente apostó por un recuperado Jordi Alba y Arturo Vidal en el medio, complementando a Busquets, De Jong y Arthur con un 4-4-2.
El chileno, que cuajó un partido discreto, se mantuvo pegado a la banda derecha, donde ni incomodó a Marcelo en la presión, ni tuvo la garra de otros partidos para entorpecer la salida de balón de los blancos. Griezmann y Messi, las únicas referencias en ataque, tampoco se encontraban en el campo, y no arriesgaban en el uno contra uno, ni en la búsqueda de espacios. Con el control del partido llegó el descanso, donde el entrenador quiso dar un voto de confianza al mismo equipo para seguir la segunda mitad, pero nada salió como tenía previsto. Con Fede Valverde ayudando a Carvajal por la derecha, De Jong se escondió, por lo que la banda izquierda parecía la más accesible para el ataque blaugrana, con un Marcelo que iba justo de pilas frente a las internadas de Semedo y el arrastre de Messi. Visto que no se creaba peligro y ante el arrollo madridista, Setién apostó por el danés Braithwaite, aunque algo tarde para lo que exigía el partido.
El nuevo fichaje del Barça pudo ser una de las piezas que desencadenara el partido, bien desde inicio o bien desde el descanso, pues su habilidad para buscar espacios y encarar era, quizás, el desencadenante que necesitaban los culés para perpetrar el área de los de Zidane. Con empate a cero en el marcador, el sustituido aprovechó sus quince minutos para generar una ocasión, ensanchar el campo y darle una marcha más al ataque, a diferencia de lo que hicieron jugadores como Griezmann, De Jong, o incluso el propio Messi. Sin embargo, falló en la marca de Vinicius, pero tampoco se le podía achacar el trabajo defensivo. Sus minutos en el Bernabéu demuestran que debe tener más protagonismo de aquí a final de temporada.