Es bien sabido que al Madrid hay que matarlo cuando está tocado, que si no lo haces, te arrepientes. Puede dar constancia de ello el Barça tras este Clásico, pues cuando parecía tener a los blancos sentenciados, se quedó con el trabajo a medio hacer y lo terminó pagando.

Montjuïc se vistió de gala a ritmo de rock and roll para presenciar el primer Clásico de la temporada. Barça y Madrid se citaron en una soleada tarde de finales de octubre con el objetivo común de dar el primer golpe de timón a esta Liga. El once de Xavi levantó dudas en la previa, pendiente hasta el último regreso del regreso o no de los varios lesionados. El técnico apostó por Ter Stegen; Balde, Iñigo Martínez, Christensen y Araujo; Gündogan, Gavi, Fermín López; Cancelo, Ferran y Joao Félix. Finalmente, el egarense se decidió por el charrúa para tapar la banda derecha. Lewandowski, Raphinha y Kounde, recuperados ‘in extremis’, aguardaban en el banquillo.

Fue un comienzo muy intenso, pero el Barça supo frenar las embestidas de Bellingham y Vinicius, haciéndose con el control del partido enseguida. En el primer acercamiento del partido, Gündogan pensó que era buen momento para estrenarse como goleador con la camiseta del Barça. La fe del alemán sirvió para mandar el balón al fondo de la red y adelantar al equipo local, escenario inmejorable para celebrar su primer tanto.

Los canteranos comandaron al equipo en el primer tiempo. Minutos muy serios del Barça, bien colocado, ordenado con y sin balón. En su primer Clásico, Fermín López estuvo de categoría. El de El Campillo fue un multiusos en la medular, tanto peleaba duelos como buscaba definir cerca de la frontal. Lo de Gavi ya es una consagración. El de Los Palacios estuvo impecable en el sacrificio defensivo, persiguiendo a Bellingham y dejándolo fuera de combate. Con el resultado a favor, el Barcelona supo contener al Madrid, que prácticamente no gozó de ocasiones.

La segunda parte tuvo un antes y después en el empate. Hasta el 1-1 de Bellingham, el Barça fue superior, incluso más que en el primer tiempo. Kepa evitó el segundo tras un remate de Araujo dentro del área y en un cabezazo de Iñigo Martínez estuvo más cerca que nunca de llegar el 2-0, pero no se dio. Especialmente inspirado se notaba el lateral protugués, hoy actuando más bien de extremo. Joao Cancelo hizo la vida imposible a Mendy primero, y después a Camavinga. Pero cuando mejor se sentía, Xavi decidió cambiarle. Tampoco terminó el partido su tocayo Félix, que fue de más a menos a lo largo del encuentro. Su caño a Rüdiger en la primera parte fue lo mejor del ‘menino’, que se marchó de su primer Clásico sin poder marcarle al Madrid, algo que todavía no ha conseguido.

Igual que hay que destacar el acierto de Xavi en el once titular, está claro que los cambios no dejan en buen lugar al técnico. Quizás era demasiado pronto para ver de nuevo a Robert Lewandowski. El polaco entró por Ferran, todavía con su equipo mandando en el marcador. Lewy no solo no estuvo bien, estuvo mal; restó en todas las jugadas que participó y terminó por acabar con la amenaza ofensiva del Barça. En el ecuador del segundo tiempo, llegó el empate de Bellingham. El Madrid venía sintiéndose algo mejor, pero sin amenazar en exceso ante un Barcelona bien ordenado atrás, pero el inglés necesita muy poco para castigar. Su trallazo desde fuera del área fue el inicio del fatídico final de partido.

La igualdad en el electrónico sentó bien a los blancos y muy mal al Barça, que cada vez tenía menos el balón. Oriol Romeu, Raphinha y Lamine Yamal sustituyeron a los Joaos y a un Fermín que se quedó con ganas de más. Ninguno de los cambios funcionó. El Madrid poco a poco fue ganando metros, pero a pesar de no estar cómodo, el Barça tuvo acercamientos de peligro. El desenlace no pudo ser más cruel y Bellingham, otra vez, sentenció el partido aprovechando un rebote en un mal remate de Modric. La acción pilló sin capacidad de reacción a Ter Stegen, que entonces sí, recogía el balón de su portería sabiendo que los puntos se escapaban. Castigo excesivo para un equipo que tuvo y mereció el 2-0 en el inicio de la segunda parte.

Es una pena, tal y como apuntó Xavi en la rueda de prensa post partido, ya que muchos jugadores estuvieron a gran nivel, de hecho, la mayoría. Pero, de dar un golpe encima de la mesa a marcharte a casa con las manos vacías hay muy poca diferencia en este deporte. No queda otra que levantarse y seguir, porque dónde más se aprende es en las derrotas.