Es inevitable afirmar que el fichaje de Andreas Christensen ha sido una auténtica revelación en Can Barça. Y no por su rendimiento precisamente, ya que en el Chelsea cuajó buenas actuaciones. Su llegada a Barcelona fue vista con recelo por una parte de la afición acostumbrada a la llegada de refuerzos a coste cero y que finalmente se acababan yendo por la parte de atrás
Por suerte, y por el rendimiento demostrado sobre el césped, el internacional danés ha sido una excepción. Las buenas actuaciones de Christensen han tenido un impacto en la mejoría del equipo a lo largo de la presente temporada. El conjunto de Xavi claramente demostró una mayor vulnerabilidad con sus ausencias, principalmente a causa de la lesión que le obligó perderse un buen tramo de la campaña antes del Mundial de Catar.
En defensa ha encajado a las mil maravillas con Araujo, todo un veterano ya, pero hay que remarcar la buena compenetración que ha tenido con otro recién llegado en el último mercado de verano como Jules Koundé. Ambos se han convertido en un activo fundamental en la zaga culé que más seguridad transmite de las últimas temporadas. Eso no ha evitado que Christensen corrija a unos compañeros con varias decenas de partidos en el Camp Nou. Todo ello sin gritos, sin aspavientos, trabajando desde la sombra.
La exquisita salida de balón del escandinavo también ha permitido a Xavi encajar esta pieza en el puzle de los titulares. El Barça es equipo de centrales que tratan bien el balón y Christensen está demostrando que no llegó a la escuadra azulgrana por casualidad o como un jugador que no tenía nivel para continuar en el Chelsea.
Todavía recuerdo como en verano un sector de la prensa intentó ridiculizar al danés. Todo ello comparándole con un Antonio Rudiger que también abandonaba Stamford Bridge para recalar en el Real Madrid. Afirmaciones en las que se decían que era el central malo que salía del Chelsea no le han afectado y su rendimiento claramente ha sido mucho mejor que el del defensor merengue.