Frenkie De Jong y Antoine Griezmann son futbolistas de categoría. Dos jugadores que decidieron vestir la azulgrana para brillar junto a los mejores, para hacer de las noches un motivo más por el que mirar las estrellas sobre el césped del Camp Nou. Pero a veces no sólo basta con venir, también hay que demostrar el por qué de la decisión.

Tras una temporada irregular de ambos, la Champions puede ser la última bala para los fichajes más ilusionantes de la temporada, y en los que más esperanzas había depositadas. De Jong, quizás, se haya salvado por su juventud, y por la dificultad de adaptación que puede suponer el cambio de aires entre Holanda y España, pero Griezmann, conocedor de La Liga y habiendo pasado casi más tiempo en la península que en su propio país, quizás sea un poco más decepción.

Tanto con Valverde como con Setién, ninguno ha sido capaz de destacar a su máximo nivel durante más de dos partidos. De Jong tuvo que adaptarse a la posición de interior, cuando en el Ajax actuaba de pivote; Griezmann tuvo que adaptarse al extremo izquierdo, y en ciertas ocasiones a la ubicación de punta junto a Suárez, cuando en el Atleti funcionaba de enganche ‘a lo Messi’. Pero lo que sí está claro es que ambos necesitan estar en contacto permanente con el balón.

El Bayern de Múnich es la piedra más dura del año hasta el momento, ese partido en el que te juegas la reputación. Frenkie y Griezmann, 200M€ entre los dos. Toda Europa viéndoles jugar en Lisboa, y una oportunidad única para que dos de los mejores futbolistas del Barça y del panorama mundial puedan dar un paso al frente en la consecución del máximo galardón continental a nivel de clubes. Para días como hoy les ficharon, ¿no?