La trayectoria de Dembélé en Can Barça ha sido una auténtica montaña rusa de emociones desde que aterrizó en la Ciudad Condal en verano de 2017. Ha pasado de estar prácticamente fuera del equipo por negarse a renovar a ser una pieza indispensable y un jugador implicado en el equipo, pasando también por un calvario de lesiones que no le han permitido explotar el en equipo azulgrana.

El inicio de esta campaña parece haber traído al Dembélé más explosivo, el que deleitaba en el Borussia Dortmund y le valió su fichaje por el Barça. Dos goles y dos asistencias en siete partidos es un buen punto de partida para que el internacional francés pueda seguir creciendo. Sin embargo, la parroquia barcelonista debe exigir más al galo. Ya no hay periodo de adaptación ni segundas oportunidades. El momento es ahora.

Dembélé sigue siendo un jugador irregular. Sí, pese a su mejoría todavía no se ha observado una regularidad en sus participaciones jornada tras jornada. A uno de los fichajes más caros de la historia del club se le debe exigir no caer en la autocomplacencia y seguir creciendo día tras día. En ese camino, la mano de Xavi parece estar surtiendo efecto en la ayuda al francés por ser una pieza fundamental del conjunto culé.

La afición parece haber cambiado los pitos del enero pasado por los aplausos y los halagos actualmente. El francés es un jugador especial, al que visualmente un placer verle jugar y con tan solo tiene 25 años. Pese a ello, todavía le queda por devolver mucha de la confianza que el Barça depositó en él allá por el 2017. Dembélé parece circular por la senda correcta al éxito después de sus actuaciones, tanto el campo como en los despachos, lo que no quita que el barcelonismo deba exigirle todavía más.