La vida sin Ansu Fati no es maravillosa. Koeman decidió hacer descansar a la estrella que guia el camino del Barça con tan solo 18 años para dar entrada al siempre cuestionado Luuk de Jong. El resto, un Lenglet recuperado del destierro que estuvo muy correcto ocupando el lugar de Èric Garcia y Mingueza, que dejaba a Sergi Roberto en el banco. Repetían el resto, incluso Sergiño Dest como extremo diestro, y por supuesto Gavi como interior.

El Barça de Luuk de Jong es el Barça de los centros, y en los 5 primeros minutos del partido, Dest había visto como en dos ocasiones no llegaba a conectar un remate a puerta en el segundo palo tras sendos centros de Memphis. Sí que llegó a conectar Luuk en una falta lateral poco después del cuarto de hora de encuentro, pero el balón salió desviado.

Dest con más voluntad que acierto, y Memphis con más intención que ejecución. Al final, el recurso se convirtió en discurso, y el Barça, en la primera mitad, acabó centrando 22 veces al área. Por fortuna, en el minuto 36 Piqué enganchó solo en el área uno de los centros de Alba, y lo que se estaba empezando a respirar como un drama remontó el vuelo.

De Jong no estuvo acertado y fue sustituido al descanso | Getty Images

 

El Barça se fue al descanso con la sensación de ganar por inercia, pero también con la impresión de que tres pases consecutivos con acierto del Dynamo Kiev suponían una ocasión de peligro. Ansu Fati y Coutinho hicieron ejercicios de calentamiento en la primera mitad a raíz del estancamiento del equipo, y la afición – a media asta tanto en asistencia como en ánimo – del Camp Nou lo celebró como un tanto más del equipo.

Tal fue la emoción de propios y extraños que Koeman se decidió a incorporar a ambos al inicio de la segunda mitad, en detrimento de Luuk de Jong, desafortunado en el remate, y Óscar Mingueza. Como era esperable, la entrada de Ansu dinamizó el ataque blaugrana, pero el ritmo volvió a bajar rápidamente hasta desembocar en un Barça poco ambicioso que no buscaba el segundo gol.

El Dynamo, por su parte, intentaba salir en transiciones rápidas, la mayoría sin éxito, e incluso tuvo un par de jugadas a balón parado que no fueron relevantes. Se fue sintiendo cómodo el equipo ucraniano amasando algo más el balón, y la presión blaugrana se desvaneció con el paso de los minutos para enfado de los más de 45.000 espectadores que asistieron al Camp Nou.

Empezó la mentalidad defensiva a pesar en Ronald Koeman, y la sustitución en el minuto 68 de Gavi por Sergi Roberto se encaminaba en la misma dirección. Roberto, como ya había hecho Gavi, cerraba en línea de 5, y el Dynamo era cada vez más dueño del balón. Sacó Koeman al Kun en medio de la relajación general, como si el partido estuviese sentenciado, y mientras el Dynamo esperaba paciente el apretón final.

Terminó el Barça el encuentro entre pitos de su afición, leves cánticos de ánimo y una desazón generalizada propia de un equipo que está muerto futbolísticamente hablando. El Barça ganó porque nadie más quiso hacerlo. “Buen” resultado, malas sensaciones del equipo para recibir al Real Madrid.

Piqué decidió el partido con un remate de «9» | Getty Images