El Barça se presentaba en la noche del primer domingo de febrero ante su afición tras el pinchazo horas antes del Real Madrid, su perseguidor en la tabla, en Mallorca. Enfrente, un Sevilla venido a más de la mano de Sampaoli que caldeaba el ambiente el día anterior presentando una queja formal por “prohibir la venta de entradas a sus aficionados”, medida que se realiza en aras del estricto cumplimiento con la legislativa española de eventos deportivos. El equipo andaluz llegaba al Camp Nou, además, con la losa de no haberse llevado una victoria liguera en el feudo blaugrana en los últimos veinte años.

El inicio del encuentro estuvo marcado por la lesión de Sergio Busquets en el minuto 3, que sufrió un pisotón en el tobillo que le aparta de la competición en el momento de la temporada en el que el “5” se estaba desenvolviendo mejor. Xavi dio órdenes a Frenkie de desplazarse a su posición e introdujo a Kessié en el once para mantener el sistema de cuatro centrocampistas. El Barça estuvo especulando y controlando el balón con uno menos durante varios minutos mientras Kessié se preparaba para su entrada súbita por el capitán.

La preocupación por el capitán, que se estima estará fuera unas tres semanas. Fuente: Getty Images

Lewandowski dio el primer aviso a la portería sevillana en el minuto 15, tras un primer cuarto de hora poco vistoso por parte de ambos equipos. Insistía en la siguiente jugada el “killer” polaco frustrado por un paradón de Bono, y en el córner correspondiente a la misma acción Araujo mandaba el esférico de un cabezazo por encima de la portería.

El Sevilla se mantenía con su esquema encerrado atrás, protagonizado por un Acuña que se jugaba la amarilla en cada intervención. Sus pocos intentos de cruzar el centro del campo eran contenidos por la muralla blaugrana, liderada por unos Christensen y Araujo que se hacen más enormes si cabe partido a partido. El uruguayo cortaba una vez más la primera acción de ataque de los blancos pasada la media hora, un contraataque descafeinado en fuera de juego en el que solo dos jugadores del Sevilla se animaron a salir de su mitad de campo.

El Camp Nou vivió otro susto al filo del descanso, cuando Rakitic realizó sobre Araujo una entrada digna de roja que hacía temer una nueva lesión, pero afortunadamente pudo continuar sin problemas. El Barça seguía sin encontrar la fórmula de franquear la portería contraria, debiendo añadirle ritmo y movilidad a las jugadas. Por otro lado, faltaba buscar un desborde que los aficionados culés echan de menos especialmente en atacantes como Raphinha.

Los blaugranas saltaron a jugar la segunda parte con mucha más mordida, jaleados por un Camp Nou cada vez más caldeado por la actitud de los futbolistas del Sevilla. Raphinha lo intentaba de cabeza, pero Bono impedía una vez más que el líder de La Liga abriese la lata.

Y justo eso es lo que hizo Jordi Alba antes de alcanzar el minuto 60, tramo clave del encuentro. Mandó el balón al fondo de la red en un buen disparo cruzado imparable para Bono, tras una jugada increíble de Kessié que merita al menos tres cuartas partes del tanto. El Presidente dio un mazazo sobre la mesa con una autoridad incontestable, siendo su regate el momento clave de un partido en el que ni siquiera figuraba en el once titular. Caprichoso destino.

Jordi y Raphinha se abbrazan tras un primer gol que vale los tres puntos. Fuente: Getty Images

El segundo llegó en el 25 desde las botas del niño maravilla, Gavi, que recibía una asistencia de Raphinha a modo de resarcirse por el partido que estaba firmando. El beso al escudo y la celebración con su gran amigo Dembélé, en la grada por lesión, supusieron los highlights para el aficionado. Jordán recibió cartulina amarilla por una falta a Raphinha, que se crecía por momentos, para ofrecerle a Lewandowski una falta peligrosísima en la frontal del área que se marchó por la línea de fondo.

La celebración marca de Golden Boy. Fuente: Getty Images

Precisamente el brasileño puso el tercer gol, acallando las voces críticas que estaban cuestionando incluso el precio de su fichaje. El Camp Nou pasó de ser un funeral en la primera parte a una auténtica fiesta, al son del “Madridista qui no boti” mientras Xavi decidía instaurar el segundo cambio: Marcos Alonso por Araujo. Jordi Alba se fue ovacionado por Ansu Fati, y finalmente Ferran tuvo su oportunidad sustituyendo a Raphinha. Ter Stegen solventó sin problemas el único disparo a puerta del Sevilla, que no llegó hasta el minuto 87, mientras el estadio coreaba el nombre del artífice de que este Barça vaya viento en popa y a toda vela en Liga: Xavi Hernández.

El Barça superó así, con goleada, un encuentro que se vaticinaba complicadísimo en la primera parte y se pone más líder que nunca de la competición nacional con 8 puntos de colchón. Este es el camino.