El Girona demostró en el mejor escenario posible porque es líder de Primera División. Los de Míchel arrollaron al Barça en un recital de fútbol ofensivo y dieron un golpe de efecto al campeonato que, por ende, dejó más que tocado al cuadro de Xavi.

Míchel se impuso con nota en el duelo táctico (Sport)

No era el primer derbi que se jugaba en Montjuïc, sí el primero con el Barça actuando de local y también el primero contra el Girona. Los de Xavi buscaban acercarse al liderato y los de Míchel consolidarse en este. Se preveía partidazo entre dos equipos de carácter ofensivo, y así fue desde el primer minuto.

Los visitantes penalizaron en su primera transición. Christensen y Araujo fallaron al corte y Dobvyk no perdonó. El Barça había salido mejor y tenía el control del partido en los primeros minutos, pero, los visitantes se adelantaron en el preludio de lo que iba a su mayor baza en ataque. Reaccionó bien y rápido a balón parado, cortesía de Robert Lewandowski. Llegó un gol de córner, al fin, para volver a igualar el marcador. Pero, los contragolpes del Girona desmontaron al Barça, pasivo y fatigado sin balón.

Era un día para ganar duelos y en la primera casi todos cayeron del costado rival. Mal en defensa y poco amenazante arriba, a pesar de los 31 tiros; mal cóctel para salir victorioso. La pasividad defensiva de los azulgranas fue por momentos inaceptable. No puede ser que el buen trabajo con balón se lo cargara en repliegues lentos y sin intensidad. Hasta el 1-2, no se podía considerar una mala primera parte del Barça, que por tramos fue claramente superior. Después del golazo de Miguel Gutiérrez, pero, el equipo de Xavi desapareció. Preocupante el nivel de fatiga que mostraron algunos jugadores después de solo 45 minutos.

Gündogan lamentando una de las varias ocasiones que tuvo a lo largo del partido (Getty)

Tras el descanso, más de lo mismo. A pesar de que el Barça lo intentó en ataque, cada contragolpe del Girona era signo de peligro. Tanto podía llegar el empate como el tercero y definitivo gol de los visitantes. Cuando los de Míchel mantuvieron el balón, por momentos, fue un baile. Faltó concreción en ataque, pero sobre todo, fortaleza defensiva. Flojo partido de Joao Félix, evaporada su versión determinante y negado Raphinha. Aunque si hay que destacar a alguien para mal fue Pedri, que igual que normalmente cambia la cara al equipo para bien, hoy lo hizo para mal. El canario se vio superado por el ritmo de la medular gerundense y se mostró inoperante en las ayudas defensivas. Tampoco colaboró demasiado Gündogan, a pesar de ser el autor del segundo gol.

Los cambios de Xavi variaron poco la imagen del equipo, que se volvió incluso menos reconocible. ¿Balde de central? Mejor no comentarlo. Lamine Yamal, que mañana tiene clase en el instituto, volvió a ser el atacante más desequilibrante. Valery señaló de nuevo a Kounde en el tercer gol. Pocos jugadores locales se salvan, ni siquiera Araujo. El cuarto gol del Girona, obra de Stuani, puso el punto final más oscura posible a la pesadilla vivida en Montjuïc. El aficionado del Barça se marchó más que decepcionado, todo lo que se vio ante el Atlético ha desaparecido una semana después. Desesperante e incomprensible.