Un seis de mayo de 2009, el Barça jugaba la vuelta de semifinales de la máxima competición europea frente al Chelsea, finalista en la edición anterior. El resultado de la ida fue 0-0, por lo que a los culés les interesaba anotar en terreno rival por el valor doble de los goles.
Essien, con una descomunal volea desde fuera del área, adelantaba a los ‘blues’. Los visitantes controlaron la posesión durante todo el partido, pero sin acierto pleno. Hasta Dani Alves, que había sido una de las grandes soluciones cuando los rivales se encerraban en su campo, erraba centros que durante toda la temporada acababan en peligro. El partido tuvo de todo: una expulsión injusta de Abidal por un autotropiezo de Anelka, golazos, emoción y polémica arbitral, de la que a día de hoy se siguen acordando los londinenses.
La afición blaugrana daba por perdida la eliminatoria, hasta que la última jugada del encuentro, dentro del tiempo extra, el lateral brasileño conseguía realizar el único centro medido, que acabaría en pies de Eto´o, y a su vez, en los de Messi, para finalmente asistir a Andrés Iniesta. Imparable derechazo con el exterior del de Fuentealbilla que retumbó en la portería de Petr Cech. Se le bautizó así como el ‘Iniestazo’, y abrió algo más que el camino para una final de Champions, pues sin aquel gol, hubiera sido imposible conseguir el mágico sextete y los grandes éxitos posteriores de la era Guardiola.