Desde que la dichosa pandemia paralizó el mundo, nos hemos acostumbrado a que en nuestro día a día pasen cosas extrañas, en cualquier ámbito. Pero con lo que yo no contaba era con acostumbrarme, en su día, a ver la zaga del Barça sin Gerard Piqué. Por suerte para los culés y para el equipo en sí, aparecieron Óscar Mingueza y Ronald Araujo, dos jóvenes que parecía que no tenían límites – y estoy segura de que no los tendrán- pero la realidad fue cambiando hasta convertirse en algo completamente distinto a lo que vimos en un primer momento.

Nada podía salir mal con un ‘veterano’ como Lenglet liderando la defensa y dos jóvenes con ganas de comerse el mundo acompañándole. Ahí fue cuando todos entendimos la frase: «No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes». Entonces hubo algo que sí salió mal: faltaba Gerard Piqué.

Lenglet y Jordi Alba durante el encuentro frente al Huesca. Fuente: Getty Images
Lenglet y Jordi Alba durante el encuentro frente al Huesca. Fuente: Getty Images

Este año ha sido muy complicado para el club, y para los aficionados también, aunque puede que no termine siendo tan negro como se preveía a principio de temporada. Con la lesión de ‘Geri’ en el Wanda Metropolitano todos nos llevamos las manos a la cabeza. “Lo que nos faltaba”, pensamos. Pero esto nos ha servido para darnos cuenta de que no es oro todo lo que reluce ya que Araujo y Mingueza, a pesar de tener un futuro muy prometedor por delante, siguen siendo jóvenes que están disputando su primer año en la élite y Lenglet no es tan líder como se esperaba.

Son estos momentos los que nos sirven para valorar la importancia que tienen los veteranos en un equipo como el del Barça en el que poco a poco los jóvenes se van haciendo hueco. Su personalidad, el carácter, la madurez… Son algunas de las cualidades que Piqué contagia a sus compañeros cuando está sobre el terreno de juego.

Gerard Piqué en la semifinal de la Copa del Rey. Fuente: Getty Images
Gerard Piqué en la semifinal de la Copa del Rey. Fuente: Getty Images

Desde su lesión el 21 de noviembre frente al Atlético de Madrid, el Barça encajó 25 goles en los partidos posteriores, contando también los cuatro que le marcó el PSG en la ida de Champions, partido en el que Piqué estaba de vuelta, lejos de su mejor nivel.

Pero no es solo eso, es la actitud y la mentalidad de los demás cuando el líder no está, nada regulares. Lenglet, irreconocible en muchos tramos de la temporada, parece que solo encuentra su lugar cuando está acompañado por Piqué; Ronald Araujo sigue los pasos del tercer capitán del Barça, pero le falta experiencia; y Mingueza, siendo quizás en el que menos confiábamos todos, ha ido de menos a más hasta que se ha consolidado en el primer equipo.

Quizás son ellos los que estaban demasiado acostumbrados a que alguien tirara del carro y no eran conscientes de que, en un año tan atípico, hasta el que apenas ha sufrido lesiones de gravedad, pudiera tener una que le dejara fuera de los terrenos de juego algo más de tres meses, obligando al resto a dar un paso al frente que nunca llegaron a dar. No del todo.