En las entrañas de Zubieta se forjaba una ilusión. Aquel niño rubio, de media melena y con habla gala, aterrizaba para cumplir un sueño: ser profesional del fútbol. Con 13 años, dejó a su familia al otro lado de la frontera para recalar en la Real Sociedad, un club que apuesta, de forma habitual, en jóvenes talentos de Francia. El camino ya se estaba trazando.
De rebote, y no precisamente definiendo un gol, debutó en el primer equipo. A priori, no era un gran atractivo para los técnicos que le siguieron en cada una de las categorías inferiores, pues la etiqueta de bajito y débil que rodeaba su nombre, le presagiaban un futuro no muy prometedor. Desde luego, el fútbol ha evidenciado que el físico no lo es todo, y Pep Guardiola terminó por demostrarlo. Precisamente, el estilo más exitoso de la historia -el de posesión- se ha hecho grande por esos genios técnicamente superdotados que dejaban de lado al poderoso músculo que muchos equipos tienen como referencia. Xavi, Iniesta y Messi, esos “locos bajitos”, fueron puliendo una idea que cada vez más se está poniendo a prueba. Pero lo de Antoine Griezmann estaba fuera de lo común. Sin debutar en tercera con el filial, ascendió directamente al primer equipo tras una pretemporada de ensueño en 2009. La categoría de honor le tenía guardado su altar, y con ella, su sello en la Champions League. El gol de chilena fue su mejor carta de presentación: la élite le esperaba.
Del País Vasco a la capital madrileña. Del pintxo al bocata de calamares. De la discreción, al glamour. El Cholo Simeone potenció un jugador indomable en ataque y férreo en defensa. Aquel chico era pura dinamita. Tanto, que se lanzó al vacío para entrar en la pugna Messi-Cristiano. Ni Neymar, que por entonces era el que ocupaba el puesto. El francés tenía carisma, fútbol y personalidad, pero le tocaba liderar un equipo que le asegurara la ambición que él buscaba. Tras llevar al Atlético a la gloria europea en Lyon -quizás destino o casualidad- pero donde marcó aquel mítico golazo para la Real, vio cómo su afán de protagonismo aumentaba, tanto que hasta se grabó para decidir un futuro que tenía en vilo a millones de aficionados con colores diferentes. La decisión, como ya sabéis, no fue la más correcta.
Con 28 años llega al club de las segundas oportunidades. Griezmann ha aceptado el reto: jugar en una mesa con varios anfitriones, en una mesa que necesita buena compañía, y en definitiva, en una mesa que no está al nivel de muchos aspirantes. El mejor integrante de un perdido Dembélé, el mejor ariete para el aspecto defensivo, y por supuesto, el toque mágico para quitar las telarañas de la red. Por delante, ser consciente de lo que está rodeado, y también, de la exigencia que conlleva portar el escudo. No temas, Antoine, el número uno del fútbol mundial estará a tu lado para brillar y hacerte brillar, paga ganar y que hacerte ganar. Piénsalo bien y focaliza el objetivo. Piensa en Giuly o en Henry. Llegas con la `G´ de uno y con la edad del otro, piensa que que siguieron tus pasos para acabar elevándose al olimpo de los dioses. Aprovecha y sé feliz, pero por encima de todo, sigue siendo el príncipe de tu particular reinado.
