El Barça ha sido equipo un equipo poco reconocible en los primeros meses de Ronald Koeman al frente del equipo. El técnico neerlandés ha probado diferentes esquemas tácticos desde comienzos de temporada y finalmente parece haberse decantado por el que tantas alegrías ha brindado al conjunto culé: el 4-3-3.
Koeman apostó por el 4-2-3-1 a comienzos de temporada, pero las derrotas ante rivales directos como Real Madrid y Atlético hicieron cambiar de opinión al míster tulipán. La lesión de Ansu Fati también hizo, en cierta manera, que Koeman probase con el 4-1-4-1 y el 3-4-2-1 aunque tampoco tuvieron gran éxito. El centro del campo siempre ha sido clave en el juego de los mejores Barça de la historia y con estos esquemas ese sector no carburó.
Busquets y De Jong fueron los inquilinos del doble pivote en muchos choques y el rendimiento de ambos dejó mucho que desear. No hacía falta ser un experto en fútbol para ver que algo no funcionaba y que no se compenetraban entre ellos. Jugar a la misma altura resultó ser poco eficaz y el equipo acabó pagando las complicaciones para filtrar pases a posiciones más adelantadas.
Los sistemas utilizados por Koeman antes del 4-3-3 tampoco beneficiaron en exceso a Pedri. Pese a cuajar grandes partidos, como el de Champions frente a la Juve, el canario genera más peligro cuando combina con jugadores más atrasados a su posición y con el 4-2-3-1, por ejemplo, su papel era el de mediapunta más alejado del centro del campo. Los tres jugadores han comenzado a rendir a un grandísimo nivel desde que Koeman apostó por el 4-3-3.
La posición de Pedri es más atrasada desde entonces pasando a jugar de interior y actuando en una posición más creativa que potencia sus cualidades. Busquets vuelve a ser el ancla del medio campo y ha recuperado el nivel mostrado en sus mejores campañas en Can Barça y De Jong se siente más liberado jugando por delante del internacional español. No es casualidad que el buen momento de juego que atraviesa el Barça esté siendo con los tres formando un triplete en el medio.