Dani Alves siempre será uno de los mejores laterales de la historia del fútbol. Su paso por el Barça fue el más destacado, pues ha sido una de las piezas fundamentales en la consecución de los grandes éxitos de la historia del club, y de la mano de Pep Guardiola fue cuando explotó como jugador.

Con la llegada de Mourinho al Madrid en 2010, la rivalidad con los blancos aumentó. Todo empezó en el Clásico de la ‘manita’, donde los culés arrollaron sin piedad al equipo de la capital, e hicieron saltar chispas entre compañeros que hasta hace unos meses estaban celebrando haberse coronado campeones del mundo en Sudáfrica. Ahí comenzaba una “guerra” que duraría varias temporadas. A finales de la misma campaña, se producía un hito histórico en los Clásicos, pues llegaron a disputarse hasta cuatro partidos en dos semanas, con derrotas, victorias y empates, pero siempre con un punto extra de tensión y de agresividad que no cesaba. Los de Mourinho se verían infinitamente inferiores hasta tal punto que su única estrategia era el ‘juego sucio’, como así lo ha descrito el defensor brasileño.

La final de Copa fue el único Clásico que el Barça perdería esa temporada, y hasta el día de hoy se sigue recordando por la dureza implacable con la que jugadores como Xabi Alonso, Sergio Ramos, Pepe o Arbeloa, atrincheraban a Messi y compañía, ahogados en su propia desesperación.

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