Tras un mes de noviembre lleno de turbulencias, el Barça se adentraba en el mes de diciembre con la obligación de ganar todos sus partidos si no quería descolgarse de la lucha por el título liguero. Los azulgranas llevaban semanas sintiendo el frío en la clasificación; siete puntos por debajo del líder, empatados con los rojiblancos y en un cuarto puesto nada cómodo para los de Xavi. La jornada también se presentaba fría en Montjuic; en la grada, menos entrada de la esperada para un partido de tal magnitud debido a las bajas temperaturas. En el campo, pocos fueron los valientes que se atravieron a calentar de corto y a jugar sin térmica debajo.
Xavi volvió a confiar en los once jugadores que le dieron la victoria el pasado martes en casa ante el Porto y repitió alineación. Sin embargo, Íñigo Martínez se retiró con molestias antes de finalizar el calentamiento, por lo que finalmente tuvo que dejar su lugar en el once a Andreas Christensen. Todas las miradas estaban puestas en Joao Félix, extramotivado y con ganas de demostrarle al Atlético de lo que realmente es capaz. Justo antes de empezar el partido, el portugués se dirigió a su nueva afición con los brazos en alto, acción que fue correspondida con una ensordecedora ovación digna de un gol.
El Barça no pudo salir más enchufado al terreno de juego. Tres ocasiones claras de gol en los tres primeros minutos de partido que Raphinha y Lewandowski -por partida doble- no pudieron convertir. Pocos después, el delantero polaco volvió a la carga con un espectacular remate aéreo que se marchó desviado a la izquierda de la portería de Oblak. Los azulgranas supieron frenar el vértigo inicial aportando pausa y temple para adueñarse del ritmo del partido.
El Barça siguió insistiendo, especialmente por la banda derecha, gracias a las incorporaciones de Koundé que, para sorpresa de muchos, volvió a ocupar el carril derecho. Pese a no materializar sus oportunidades, Lewandowski estaba siendo el jugador más peligroso sobre el campo de batalla.
El Atlético aguantaba como podía, pero los azulgranas se habían lanzado al ataque y sin mirar atrás hasta que, en el minuto 28, una gran acción combinativa entre Pedri y Raphinha acabó en las botas de Joao Félix que, solo ante Oblak, tuvo la sangre fría de picar el balón por encima para adelantar al Barça y silenciar al sector rojiblanco de la grada. ‘O Menino de Ouro’ tenía cuentas pendientes con la afición colchonera y no dudó ni un instante en celebrar el gol ante ellos, subido a la valla y con los brazos abiertos; justícia poética sobre el verde de Montjuic.
El gol encendió al Lluis Companys, pero sobre todo a los colchoneros que, si ya le tenían ganas al mago portugués tras su marcha y la polémica que se generó durante la previa del choque, no escondieron su deseo de sacarlo del partido. El Atlético se cargó rápidamente de tarjetas amarillas y el Barça pudo haber ampliado su ventaja justo antes del descanso tras otra ocasión de Joao Félix, completamente desatado.
La segunda parte reanudó tal y cómo terminó la primera; dominio azulgrana y persecución colchonera sobre ‘O Menino de Ouro’. Tras el enésimo agarrón sobre el portugués, Sánchez Martínez amonestó contra todo pronóstico al extremo azulgrana. Lamentablemente, no fue ni la primera ni la última vez que el colegiado murciano tomó una decisión más que cuestionable. El Barça siguió apretando para buscar el gol de la tranqulidad y, justo antes de la hora de partido, Raphinha volvió a reencontrarse con el palo, que volvió a negarle un gol clarísimo tras una diabólica diagonal.
Los minutos pasaban y los azulgranas rebajaban las revoluciones. Los rojiblancos aprovecharon para salir de la madriguera y comenzar a poner en apuros a los de Xavi. El técnico egarense trató de agitar el ataque y, a falta de doce minutos para el final, dio entrada a Ferran y Lamine Yamal por Raphinha y Joao Félix, que abandonó el terreno de juego bajo su mayor ovación desde que viste de azulgrana.
Quién también entró para tratar de cambiar el curso del partido para los suyos fue Memphis Depay, recibido con aplausos en su vuelta a Barcelona. Sin embargo, el delantero holandés no tardó ni dos minutos en cambiar los aplausos por pitidos tras meterse demasiado en el papel de colchonero y encararse con el capitán azulgrana Ronald Araújo.
Reconocimiento especial para la defensa, que respondió con autoridad durante los peores minutos del equipo, y sobre todo para Iñaki Peña. El guardameta alicantino volvió a aparecer tras su gran actuación ante el Porto para salvar de nuevo al Barça. Primero, con un vuelo para desviar a la cruceta una peligrosa falta de Memphis y, diez minutos después, con una providencial mano de balonmano ante Correa.
Koundé y de nuevo Lewandowski tuvieron dos ocasiones más para anotar el segundo y dejar todo el sufrimiento atrás. Sin embargo, el partido llegó a su fin con un sufrido pero satisfactorio 1-0 en el marcador. El Barça vuelve a citarse en Montjuic el próximo domingo para recibir al Girona, colíder de La Liga, en el derbi catalán con mayor expectación de los últimos años.