Tras la lesión que tuvo a Piqué en el dique seco durante tres meses, emergió la figura del central uruguayo de 22 años, que lideró la defensa blaugrana hasta su lesión en el tobillo ante el Betis en el Villamarín, que frenó su gran momento de forma.

Araujo sorprendió a todos, demostrando una madurez y un liderazgo impropios a su edad, echándose a sus espaldas el peso defensivo del equipo, puesto que Lenglet no pasa por su mejor temporada y Umtiti ni está ni se le espera. A pesar de cometer errores tácticos que se suelen corregir con el tiempo, su imponente físico, velocidad, anticipación y fiabilidad en el juego aéreo hacen de Araujo un jugador imprescindible en la zaga azulgrana.

No sólo es un seguro a la hora de defender y despejar balones aéreos sino que su envergadura le permite ser un peligro constante a la hora de rematar en jugadas a balón parado, como su gol ante el Getafe. Su aparición fue clave para que el equipo escalase posiciones en la clasificación, frenando la sangría en defensa que el Barça padecía en cada partido.

Tras arriesgar en su vuelta tan solo pocas semanas después de lesionarse ante el Betis, el central charrúa volvió a recaer de su lesión en el tobillo izquierdo, lo que le hizo estar cerca de un mes parado. Desde entonces, con el regreso de Gerard Piqué y el gran rendimiento de Óscar Mingueza, se ha visto eclipsado, sin volver a hacerse un hueco en el once titular.

Araujo disputa un balón con Luis Suárez. Fuente: AFP

No obstante, con su entrada en la segunda parte ante el Atlético, después del peligro que estaba provocando Carrasco, el equipo mejoró defensivamente de manera notable, sin recibir apenas peligro. Con el regreso de la mejor versión de Araujo, el Barça puede respirar aliviado en defensa en las tres jornadas restantes.