Miércoles de Champions, a priori, una noche que debería estar llena de emoción y felicidad por la vuelta de la competición que hace sonreír a los niños – y a los no tan niños- y que tiene a todo el aficionado del fútbol pegado al televisor durante el tiempo que dura el partido. Pero ese sentimiento optimista con el que llegaba el Barça a este encuentro ante el Benfica se fue desvaneciendo cuando se hizo oficial el once con el que Koeman decidió salir al partido. Regresó Pedri, recién recuperado de una lesión, y volvió también Sergi Roberto. Desaparecieron Nico y Gavi, la dupla de centrocampistas que había ilusionado a toda la afición culé y con la que el Barça hizo el amago de empezar a funcionar.

El optimismo de la afición culé terminó de desaparecer cuando en el minuto 3 Darwin Núñez, quebró a Eric García y marcó el primero para el conjunto portugués. El central del Barça, algo flojo en la acción, poco pudo hacer para tratar de evitar el disparo cruzado al palo corto del delantero uruguayo.

Pocos minutos después llegó la mejor ocasión para el Barça pero la desperdiciaron, a pesar de que la jugada quedó invalidada por fuera de juego. Lo que hizo que esa ocasión quedara grabada en la mente de todos fue el fatal remate de Luuk de Jong a puerta vacía, que no le pegó bien a la pelota, y Lucas Verissimo estuvo muy atento para terminar tapando el disparo con el pie.

Lo intentó Pedri, que estaba siendo una de las pocas esperanzas del Barça, en el minuto 17 desde fuera del área. Pero imposible, el balón salió desviado. Entonces fue cuando vimos el rostro serio de Ronald Koeman en la banda, con los brazos cruzados, como si no tuviese nada que corregir en un Barça que volvía a ser un equipo totalmente desconocido. También se enfadó Gerard Piqué al ser sustituido a la media hora de partido, quién sabe por qué. Posiblemente por estar a una amarilla de ser expulsado del partido, o por una lesión que nadie vio. Nada tenía sentido. Tampoco lo tuvo el cambio de posición de Frenkie de Jong, que pasó a ser el tercer central, dejando su puesto en el centro del campo a Gavi,que recién ingresó en el campo.

Hasta Eric García lo intentó desde fuera del área, pero sin suerte. Y el Barça se fue al descanso por debajo en el marcador, teniendo que remar a contracorriente una vez más. Quién sabe si merecido.

Darwin Núñez firma un doblete ante el Barça. Fuente: Getty Images
Darwin Núñez firma un doblete ante el Barça. Fuente: Getty Images

En la segunda parte, el primer aviso lo dio Otamenti con un disparo lejano que terminó en las manos de Ter Stegen. Darwin volvió a meter el miedo en el cuerpo de los culés, más si cabe, al aprovechar una mala salida del guardameta alemán, pero el palo se alió con el Barça y terminó escupiendo el esférico. El Barça también creó su propia ocasión peligrosa, pocas más tuvo después. Frenkie de Jong centró, Araujo remató mal de cabeza y el balón se paseó botando por el área pequeña hasta llegar a Luuk de Jong, que no se la esperó al cruzarse Eric García, y la estrelló al palo. La jugada volvió a estar invalidada por fuera de juego.

Memphis fue de lo único destacable en el ataque del Barça, pero estuvo solo ante el peligro y no pudo hacer nada. Tampoco pudieron Nico, Coutinho y Ansu Fati que entraron al campo por Busquets, Pedri y Luuk de Jong en el 68 y que un minuto después vieron como Rafa Silva aprovechaba un balón que quedó muerto en el borde del área para marcar el segundo y hundir al Barça aún más.

El Barça, cuesta abajo y sin frenos, tampoco estuvo acompañado por la suerte. En el minuto 78 Dest provocó un penalti en contra al rebotar el balón en sus brazos. Y llegó la sentencia para el Barça. Darwin hizo subir al marcador el tercero para el Benfica y el Estadio da Luz aunó sus gritos con los de los jugadores que celebraban, después de 60 años sin poder hacerlo, un nuevo triunfo del conjunto portugués ante el Barça.

De esta manera terminó el partido. Ronald Araujo desesperado gritando a la nada, los jugadores en el banquillo con la mirada perdida, Eric García expulsado por doble amarilla y los jugadores que todavía estaban sobre el terreno de juego no sabían dónde meterse… Y ahí estaba Koeman, que seguía con los brazos cruzados, viendo como el FC Barcelona sumaba un partido más a la lista de desastres de la Champions League.