Hasta el día de hoy, el 4-2-3-1 impuesto por Koeman no está dando resultado. El equipo es más irregular que nunca y los jugadores no reflejan estar cómodos en el campo. Los experimentos a veces funcionan. Pero, cuando históricamente el sistema clave del equipo ha sido el 4-3-3, que además ha dado los mejores frutos para el club, y en todas las categorías el sistema que se estudia es ese, resulta incomprensible que a estas alturas no se haya recuperado.
PROBLEMAS DEL 4-2-3-1
En los partidos disputados hasta ahora, este sistema ha dejado bastantes defectos que han repercutido en el juego y en los resultados. En la defensa, Koeman ha detectado uno de los problemas, la falta de intensidad y concentración, pero no lo ha resuelto todavía. En este sistema, la zaga queda aún más descubierta, puesto que hay más peso de jugadores en zonas ofensivas que defensivas. Los laterales están más pendientes de ejercer de extremos que de defender. Por tanto, cerrar las transiciones con solo dos centrales, que además están cometiendo errores por falta de concentración, es invitar a cualquier equipo a que te ataque al espacio.
El problema más evidente circunda al centro del campo: el doble pivote no está cómodo en el terreno de juego porque no está bien colocado. Tener dos centrocampistas alineados en el centro no implica que funcionen como doble pivote compacto y jugón al mismo tiempo. La posición lo es todo en el fútbol. Frenkie de Jong es el que más parece estar sufriendo esto, ya que no está siendo capaz de encontrarse a sí mismo en el campo. La presencia de dos extremos a pierna cambiada provoca que el centro quede obstruido y que el campo quede sin amplitud. Jugar con tres mediapuntas no puede ser una solución. Es cierto que la presencia de un nueve es clave en este sistema por lo que genera al fijar la defensa y porque,solo con su mera presencia, hace elegir a las zagas contrarias entre marcarlo a él o a los demás y, por ende, se generan más espacios entre líneas. Pero, esto tampoco funciona cuando un rival se encierra.
IMPORTANCIA DE LOS LATERALES
Independientemente del esquema, está claro que el Barcelona tiene un problema en los laterales. Su influencia en el juego ya no es determinante como en tiempos pasados, pero no es solo por las capacidades de los jugadores, sino por su forma de entrar en el juego. Cuanto más aparezcan por sorpresa, más daño pueden hacer a los rivales. En el 4-3-3, contar con dos extremos fijos abriendo al campo facilita la sorpresa ofensiva de los laterales. Pero, esto debe ser una orden táctica del entrenador: se debe trabajar que los laterales se acostumbren a mantener la posición defensiva y a profundizar ofensivamente en los momentos oportunos.
Una de las intenciones de Koeman a principio de temporada parecía ser fijar a un lateral en tareas más defensivas para permitir las subidas constantes del otro. Pero, esta tampoco es la solución porque un partido cambia constantemente durante los noventa minutos y esto supone renunciar a la posibilidad de sorprender en uno de los dos flancos. Mientras que si ambos trabajan tanto en defensa como en ataque, se puede producir un rendimiento más beneficioso para el equipo. El Barcelona tiene la suerte de contar en el lateral derecho con Sergiño Dest que, además de llegar bien por fuera, es capaz de sorprender por dentro porque tiene grandes habilidades técnicas.
POBLAR EL CENTRO DEL CAMPO
La mejor manera de recuperar balones y defender tanto con él como sin él es estar bien colocados en el campo. Nos quieren vender que el fútbol moderno pasa por el físico y no es así: cada vez hay menos talento en el campo y eso acaba pasando factura porque, cuando un equipo echa el candado atrás, solo la magia de centrocampistas como Riqui Puig puede provocar una apertura.
El Barcelona no solo necesita volver al 4-3-3 por el aspecto ofensivo, sino también porque no sabe defender sin balón, nunca ha sabido. El mejor Barça se ha dado con el balón en el pie de los futbolistas. Como mejor saben defender es con el control del balón durante gran parte de los encuentros. Tener la posesión implica tener el control del partido. La clave para que la posesión no se convierta en un defecto es el ritmo de circulación que se le da al balón. Cuanto más rápido circule la pelota, más correrán los rivales, mayor desgaste sufrirán y menos tendrá que correr el poseedor de la pelota. Ser dueño del balón implica ser dueño del partido porque, aunque un equipo se encierre, los huecos siempre acaban apareciendo. Los dos puntos claves son la paciencia y la velocidad en la circulación del balón y en la transición del juego. El Barcelona, durante la etapa de Guardiola, demostró saber hacerlo, pero con los años se ha ido olvidando de su propia esencia: el estilo.