Año tras año el Barcelona sigue en la búsqueda de un lateral izquierdo que reúna todas las virtudes necesarias para brillar en el flanco que Jordi Alba antes o después dejará libre, aunque debería ser más pronto que tarde. Alejandro Balde tiene la oportunidad de acabar con la maldición del lateral izquierdo porque ningún canterano ha conseguido hacerse con el puesto: los últimos en intentarlo fueron Cucurella y Miranda. ¿Es Balde tan diferente como para convertirse en “el heredero”?

Alejandro Balde en su debut en Champions contra el Bayern. Fuente: Getty Images

A sus dieciocho años, Balde reúne todas las características que necesita el Barça de un lateral izquierdo, pero no hay que olvidar su edad: para lo bueno y para lo malo no deja de tener dieciocho años. Le hubiera venido bien tener más rodaje en el Barça B la temporada pasada, consolidarse en la posición, ganar responsabilidad y sentir el peso de lo que supone ser lateral en el club de su vida. Koeman le dio la oportunidad de debutar contra el Bayern de Múnich y en quince minutos dejó evidencias suficientes de que merece jugar más minutos y que su entrenador confíe en él de verdad: la lesión de Jordi es el contexto perfecto para hacerlo.

Alejandro Balde es pura velocidad y potencia, de hecho, cuando era aún más joven apuntaba a ser velocista. Pero, también tiene la inexperiencia propia de la juventud que le hace cometer algunos errores como ocupar a veces los espacios por no tener paciencia suficiente para ganar el timing, descuidar la espalda en defensa u ocupar una posición demasiado adelantada en ocasiones por la mentalidad ofensiva que tiene. Precisamente es pura velocidad también porque sus carencias defensivas las corrige gracias a su recorrido y potencia: es capaz de llegar sobrado a los cortes y a evitar las transiciones rivales incluso estando muy adelantado posicionalmente.

Balde cortando una acción de peligro. Fuente: Getty Images

Aunque su mejor forma de hacer daño sigue siendo acudir al hueco libre rompiendo al espacio, como hace Jordi Alba, Balde es un jugador más completo. Lo más novedoso que le puede aportar al primer equipo es el uno contra uno, algo que el Barça con Jordi hace años que no tiene. Balde tiene una capacidad para regatear muy buena que le permite explotar el uno contra uno de manera muy vertical buscando siempre centros peligrosos al área. En ataque tiene muchísimo que aportar al primer equipo y todo lo que sea retrasar su consolidación al menos como recambio de Jordi será un fracaso de gestión deportiva.

Si el Barcelona recuperase su juego de toque buscando la verticalidad y las rupturas al espacio, Alejandro Balde brillaría recorriendo continuamente el carril izquierdo bien como lateral o como carrilero, aunque puede jugar incluso de extremo izquierdo. Sus carencias defensivas las irá puliendo con el tiempo, con los años, pero sobre todo con la experiencia. Si no se enfrenta a situaciones reales de partido que le obliguen a actuar, no podrá pulir sus virtudes y corregir sus defectos.

Otra de sus virtudes es la presión sin balón: Balde asfixia al rival hasta robar la pelota o interrumpir la jugada, es muy poco probable que el rival consiga darse la vuelta o zafarse de él, y dado que salta a presionar bastante arriba, cuando recupera el balón transforma la acción en una jugada inminente de peligro rompiendo al espacio, combinando o incluso haciendo una acción individual en carrera.

Balde arrancando una acción individual. Fuente: Getty Images

Alejandro Balde es un avión y el Barcelona no se puede permitir el lujo de renunciar a más vuelos procedentes de La Masía. Ha llegado el momento de dejar las maletas del equipo en las botas de las jóvenes promesas: con Balde estarán a buen recaudo. Sin la lesión de Jordi Alba el capitán del avión ni contaría con esta opción aunque presuma de confiar en los jóvenes. En este contexto, no hay excusas: las palabras hay que cumplirlas. Ha llegado el momento de Alejandro Balde.