Hablar de Ter Stegen nunca es fácil. Hay tantas cosas buenas que decir de este muchacho que, en un momento dado, te pierdes. Cinco años en Can Barça y aún no he sido capaz de encontrarle un fallo. Y vaya habilidad para corregirlos, si los tuviese. Porque así es él, capaz de hacerte paradas imposibles, capaz de darte una asistencia de 50 metros al pie, capaz de hablar mejor el idioma que muchos nativos, capaz de ir a por el pan en patinete o metro, pero también capaz de ser lo que se proponga.

El techo de Marc André no tiene límites. Sin ser catalán vino para darle color a la tierra: ‘Marc’ es el nombre más registrado en Cataluña. Y ahora con más motivo. Cuántas noches de gloria, de sufrimiento, de heroicidad, de profesionalidad y de fútbol. La perfecta adaptación al juego moderno; ese sutil control de pies para ser un centrocampista más desde el área pequeña; esa tranquilidad para ser una solución más en la presión asfixiante del rival. Y con la seguridad de no equivocarse. Pero lo que más me gusta del ‘1’ del Barça es su personalidad. Vino como suplente y luchó hasta ser titular. Le trajeron competencia de menor calibre como Cillessen y le acompañó hasta ser de los mejores del mundo. Y lejos de dicha competencia, el capitán sin brazalete, el único que se quedó sobre el césped de Anfield para disculparse a los aficionados llegados a Liverpool. Pero lo que muchos no saben de Ter Stegen es que, sin ser de la casa, ya se siente uno más, y siente los colores igual o más que Joan Gamper.

En la Champions de 2015 dio sus primeros pasos. Contra el City, su primera noche de gloria; contra el Bayern, su coronación. En Alemania y ante su gente, qué mejor carta de presentación. Al otro lado del campo, su aparentemente compatriota, capaz de ningunearle en la selección porque a sabiendas de una posible batalla contra él, no tenía nada que hacer. Y lo vio de cerca, con una parada emblemática digna de un portero de balonmano, y al que dicen que ha sido el mejor futbolista de la temporada (Lewandowski). Aguanta, se planta, y la saca en la línea de gol. Con naturalidad, sin dejar de creer en sus posibilidades. Dicen que uno saca tiempo de donde quiere, a él le sobraron hasta varios segundos de duda. Cualquiera la hubiera dado por perdido, él no. Él es capaz de todo, por eso es el mejor.

Ter Stefen le detiene un penalti al Kun Aguero. Fuente: La Vanguardia

Los caminos se vuelven a cruzar. Muchos de los protagonistas siguen siendo los mismos. El mundo se detiene para ver deslumbrar otra vez al rubio de ojos verdes sin que le tiemble el pulso ninguna adversidad. Y nosotros, encantados. Que así sea durante infinitos años más.