Tras el desastre de Lisboa, de cuyos detalles no queremos acordarnos, algo murió en el corazón de los culés. La generación que había dado los mejores años de su vida al club hacía patente el final. Tras la marcha de Xavi, Iniesta y Puyol, quedaban señalados Busquets, Jordi Alba y Piqué, que afirmó sin pudor que daría un paso al lado si el Barça se lo requería. Ni tan solo Messi quiso sobrevivir al apocalipsis.

Sin embargo, el tiempo no espera a nadie y, escasos dos meses después del fin del mundo, la ilusión del Barça volvía a renacer de sus cenizas. A lomos del fénix volvían a estar Piqué, Busquets y Jordi Alba, acompañados de Ter Stegen, Lenglet, Griezmann, Sergi Roberto y un Coutinho que volvía para consolar al hijo habiendo sido el asesino del padre. Agarrado por las zarpas del ave, un Leo Messi que no consiguió saltar a tiempo tras ver caer a Luis Suárez, Arturo Vidal e Ivan Rakitic.

Lo que nadie supo apreciar es que, antes de partir hacia Portugal y seguramente en vistas de que la guerra no tendría un desenlace plácido, en Can Barça se habían plantado las semillas que deberían curar los males de los heridos. No todas florecieron, pero desde luego Ramón Planes ha demostrado ser un buen agricultor si se le deja trabajar.

De Uruguay vino Ronald Araujo para reanimar a Piqué. El charrúa, que recogió el “4” de Rakitic, se ha consolidado como un central más que apto para el Barça. Parecía claro que, después de mostrar sus galones en el “B”, tendría ficha del primer equipo, y el resultado ha sido excepcional. Tanto el técnico como la afición están encantados con su entrega y dedicación. Carácter uruguayo al servicio del club.

Ronald Araujo frente al Valladolid | Getty Images

El relevo, en este caso involuntario y con reservas, de Andrés Iniesta, llegó también desde el Atlántico. Más concretamente desde Tegueste, en las Islas Canarias. Pedri González ha provocado un terremoto en el Camp Nou haciendo gala de su talento y facilidad para entender y crear juego, especialmente junto a Leo Messi. El tinerfeño, que cumplió los 18 años hace un mes, estaba destinado a salir cedido para seguir consolidándose, pero desde el primer momento encandiló a Koeman, que apostó por él y ganó.

Pedri, un titular indiscutible para Ronald Koeman |Getty Images

Por último, desde el norte de Europa llegó sin hacer mucho ruido Sergiño Dest. Entre los culebrones de Memphis Depay y Eric Garcia y la posible salida de Leo Messi pasó relativamente desapercibido su fichaje, aunque resultó ser una gran inversión. Procedente del Ajax, aunque de origen norteamericano, había brillado en un club tan parecido al Barça como el de Ámsterdam. Marc Overmars medió en su contratación, si bien el jugador ya prefirió el Barça antes que el Bayern de Múnich. A modo de resumen diremos que las comparaciones que parecían odiosas con Dani Alves cada día lo son menos, aunque el lateral de 20 años todavía tiene un largo camino por recorrer.

 

Sergiño Dest, disputando un balón | Getty Images

 

En un enrevesado giro de los acontecimientos que no lo es tanto si pensamos en 2020, las lesiones de larga duración de Piqué y Sergi Roberto han permitido que descubramos los talentos de Araujo y Dest. Muchos, después de verlos, no echan de menos a los titulares de Lisboa. Al que sí se echa de menos es a la estrella más brillante de la cantera: Ansu Fati.

La Masia se reivindica

Después de unos duros años de sequía no de talento, sino de aprovechamiento de este, parece que la mejor escuela de talentos futbolísticos del planeta empieza a dar frutos de nuevo, y el estandarte de esta nueva oleada es sin duda Ansu Fati. A pesar de su desafortunada lesión, es el activo más prometedor del club y el llamado a liderar la próxima generación. Ernesto Valverde le dio la oportunidad en 2019 y desde entonces no ha hecho más que romper récords de precocidad tanto en el Barça como en la Selección Española, donde ya es habitual.

Un año más tarde y dos entrenadores después, llega siguiendo la estela de Ansu el defensa Óscar Mingueza. Su irrupción ha sido más discreta que la del atacante, pero el catalán avanza con confianza para abrirse un hueco en la plantilla. De momento es un habitual en entrenamientos, convocatorias y onces titulares, pero la recuperación de Piqué y la posible incorporación de Eric Garcia (uno de los muchos talentos fugados) podrían cerrarle de nuevo la puerta. Está ante su oportunidad y el de Santa Perpètua lo sabe.

Óscar Mingueza fue el elegido tras la baja de Piqué | Getty Images

Además de estos dos jugadores, que están teniendo un papel relevante en el primer equipo, otros jugadores han conseguido figurar en la plantilla, aunque no se ha apostado por ellos. Es el caso de Carles Aleñà y Riqui Puig, talentos indiscutibles que, a pesar de haber demostrado lo que valen, no han tenido continuidad. A estos podríamos sumar a Jorge Cuenca, Cucurella o Monchu, que a la hora de dar el salto al primer equipo fueron desestimados para apostar por fichajes de perfil bajo.

Con todo, la situación económica derivada del COVID-19 parece que obligará a la entidad a una apuesta forzosa por La Masia. Esperemos que esta vez sí se le de continuidad a una nueva generación que, como siempre, tiene todo el hambre del mundo por dar lo mejor a su club: el FC Barcelona.

 

Riqui y Aleñà, junto con otros suplentes, en la grada del José Zorrilla | Getty Images