La hecatombe blaugrana suma y sigue. El conjunto culé pierde de nuevo contra el que era su rival más directo en la tabla, el Rayo Vallecano, y se le pone muy cuesta arriba La Liga antes incluso de la llegada de noviembre.
Había dos rachas a desafiar esta noche: la propia de los culés, la peor en 20 años, y la de los rayistas, que todavía no conocen otra cosa que ganar en el feudo de la Franja. Un once titular de dudoso planteamiento a costa de las bajas y la poca confianza, una vez más, depositada en los jóvenes, han sacado de nuevo en Vallecas al Barça que nos resulta más habitual esta temporada. Sin plan, sin ideas, sin metas, sin brillo y sin rumbo. Con un juego que, más que a un equipo de la élite futbolística, recuerda a un Maserati que carece tanto de frenos como de conducción al volante, y se chocará estrepitosamente contra el muro.
El Rayo se adelantó al tocar la primera media hora de partido con un zarpazo de Falcao. Un tigre cuyo estado de forma sorprende y levanta envidias entre los aficionados culés, destinados a quedarse con un Luuk de Jong que no sabe cómo ha llegado al Barça y con un Agüero que, por mucho empeño que le ponga, tiene los días contados en el deporte profesional. Solamente podría pasarle por la cabeza a Koeman el hecho de el Kun jugase hoy los 98 minutos totales del encuentro, teniendo en cuenta que es más del doble de lo que el argentino ha disputado en los últimos cuatro meses. Un misterio más de un planteamiento que ha avivado el fuego de la cólera en los blaugranas, que no entienden cómo el mejor del partido (Nico) fue cambiado por Luuk, o por qué Balde y Riqui calentaron todo el encuentro para finalmente no disputar ni un solo minuto.
El caso “Coutinho” no es más que otra sombra, una tremendamente cara: hoy cumplió 100 partidos con la camiseta del Barça el fichaje más elevado de su historia, y se cree menos futbolista que nunca. Su partido fue errático, fallando pases, perdiendo infinitos balones y siendo destinado al banquillo al final con cara de muchas circunstancias.
El virus Barça afectó en el encuentro hasta a un Memphis que, siendo de habitual decisivo de cara a la portería, falló un penalti clamoroso que podría haber dado un codiciado punto liguero. Dest, como en El Clásico, tampoco se reconcilió con el gol, fallando una ocasión clarísima que hubiese puesto el empate en el marcador tan solo 5 minutos después del gol de Falcao. Un virus que sigue plagando a la plantilla de molestias y lesiones, y que hace cuestionar los métodos de entrenamiento y preparación física en el Joan Gamper.
Laporta, tome la decisión. El Barcelona se halla, esperando al final de la jornada liguera, noveno. Noveno y fuera de Europa. En octubre. Deje a los culés dormir un poco más tranquilos, porque la derrota debe traer consecuencias en Can Barça. Deben recuperar la dignidad, aunque suponga renunciar a títulos. Ahora mismo, el honor es lo único que importa, y de momento está perdido.