Llegó el frío y el cambio de hora a Montjuïc y con él las dudas derivadas por los últimos partidos y el a ver qué no pasa hoy. Porque si contra Madrid, Real Sociedad o Shakhtar no se jugó bien, tampoco se ha jugado a nada en la primera parte contra el Alavés. Fue eso sí la noche de Robert Lewandowski. Cuando más en el foco estaba, se sacó de la chistera un doblete para dar la victoria.

Samu Omorodion le quitó las legañas de golpe al Barcelona de Xavi cuando todavía no se había despertado. Gündogan, normalmente de aquellos que suele llegar puntual a clase, no solo llegó tarde, sino que ni compareció durante los primeros minutos. Ahí está el primer gol para corroborarlo. Luego Koundé, nada contundente, bailó al son que Omorodion quiso. Hasta cuatro veces le ganó la partida y en tres, por suerte para los azulgrana, no la enquistó dentro de la red. Perdonaron los de Luis García Plaza lo impensable y luego lo pagarían caro, aunque más sorprendente fue lo que concedieron los de Xavi Hernández. Fue el Alavés mucho mejor durante la primera parte. De forma incontestable.

Lewandowski marca de penalti || Foto de David Ramos/Getty Images

Envió Xavi a Koundé al lateral y a Araújo al eje de la zaga para encargarse del dolor de cabeza que estaba dando el punta albiazul. João Félix lo intentó con más voluntad que precisión. Lamine tuvo dos tímidos cara a cara y Pedri tampoco acabó de aportar la cordura necesaria para recuperar el equilibrio que demandaba Xavi en la medular.

Precisamente, ese cambio de Koundé al lateral derecho cambió la cara del equipo en la segunda parte. Fue el francés quien encontró el momento preciso y el temple para enviar un balón ideal a Lewandowski. Volvería entonces a lucir uno de los recursos más preciados del polaco. De esos que parecía haber olvidado. Se erigió entre los defensores babazorros para enviar al fondo de la red un testarazo inapelable.

Lewandowski celebra con Koundé || Foto de David Ramos/Getty Images

Recuperada la actitud, el devenir del juego cambió. Optó el técnico egarense por situar a Raphinha por dentro en el lugar de Fermín López. Y mientras seguían atizando a Pedri, Lamine aprovechó para saludar de nuevo a la defensa rival y cerca estuvo de transformar en gol sus intentonas. Con Ferran Torres en el campo, el Barça encontró la llave del tesoro. Tiró un desmarque que Iñigo Martínez, como en otros partidos, leyó a la perfección y le envió el cuero para rascar un penalti con nombre y apellidos. Fue el momento en el que Lewandowski le dio la vuelta a la tortilla y selló su doblete con el gol de la victoria.

Seguirán remando Xavi y los suyos para mejorar la cara del equipo, pero marchan al parón con una victoria que no disipa las dudas, sino que las incrementa. Al menos este triunfo pone algo de calma a lo que parecía una mala dinámica de resultados sin cese.