Tras el batacazo europeo, al Barça le tocaba volver a ponerse el mono de trabajo para no bajar los brazos en Liga, donde partía -a expensas de lo que haga el Real Madrid- segundo en la clasificación tras perder recientemente El Clásico. Mestalla era una prueba de fuego para los de Xavi, y aunque les costó, no fallaron.

Con novedades respecto al duelo frente al Bayern, los culés volvían al 4-3-3 con el que se habían disfrazado durante el primer tramo de temporada, hasta el partido frente al Athletic. Ansu Fati y Jordi Alba volvían a la titularidad, y Pedri a su hábitat natural, donde más brilló y desplegó todo su potencial. El canario volvió a ser jerarca de un equipo con miedo al abismo y con presión sobre sí mismo, por el qué dirán y por lo que puedan alcanzar. Solo era cuestión de creérselo y trabajar.

Pedri vs Valencia. Foto: Getty

En la primera parte, dominio azulgrana que se transformaban en llegadas constantes. De las botas del ‘8’ del Barça se filtró un pase a Ansu Fati que dejaba un 1 vs 1 clarísimo para el extremo español. Sin embargo, no eligió la mejor definición. Desde sus lesiones, Ansu no parece tener la misma fiabilidad de cara a portería, y lo demostró en esta ocasión, cuando, sin duda, el Ansu del pasado no hubiera fallado. También marcó, pero en fuera de juego. Poco después, Robert Lewandowski tendría oportunidad de abrir el marcador con un espectacular remate de cabeza, pero se estrelló en el palo. Sin apenas peligro valencianista, el resultado era de cero al descanso.

La segunda parte comenzó con un susto de los ‘chés’, que marcaban a placer tras una mano que salvaría a los culés, y que se anularía desde el VAR. Volvió el dominio azulgrana con Pedri al mando, con un Frenkie que se ubicó de pivote tras la salida de Busquets, y un Gavi que entró para aportar garra y contundencia en los metros finales. Atrás, sin duda, la solidez defensiva con Alejandro Balde y Koundé se hacía notar. El francés sufrió un pinchazo y tuvo que ser sustituido, a espera de más pruebas. En su lugar entró Gerard Piqué, a quien también se le vio despistado por la rapidez de la lesión, y que no parece acostumbrado al banquillo.

Pasaban los minutos y el Barça generaba sin peligro, hasta que una jugada de Pedri por banda derecha y posterior centro al punto de penalti, originó el caos. Ferran Torres primero y después Raphinha, los dos cambios de la segunda parte para reforzar el ataque, fallaban en boca de gol y de manera inexplicable. Nadie se lo podía creer a falta de pocos minutos para terminar el partido. Ya en el tiempo de descuento, el equipo tiró de épica, y un centro medido del brasileño dejaba en bandeja el sutil remate de Robert Lewandowski, que desataba la euforia. El momento recordó a aquel gol de Sergio Busquets en 2015, mismo escenario y también sobre la bocina, que decidió una Liga a favor de los culés.

Celebración de Lewandowski tras el gol. Foto: Getty

El premio llegaba para un equipo que no desplegó su mejor fútbol, pero que no dejó de intentarlo, y oxigena al vestuario tras una semana difícil de digerir.