Ousmane Dembélé es uno de esos tipos a los que nunca le confiarías las llaves de tu casa. Sin embargo, Xavi parece empeñado en entregarle las de su equipo. No son pocos los partidos en los que los blaugranas han confiado una gran responsabilidad ofensiva al francés, con resultados traumáticos para los culés. Su mala toma de decisiones perjudica la calidad de las posesiones, obliga al bloque a separarse, para luego ahogarse en las transiciones. Pese a todo, la calidad del jugador es innegable y Xavi, lejos de rendirse, le quiere recuperar para la causa.
Darle las llaves del juego a Dembélé es como darle un mechero a un pirómano: el incendio está asegurado. Desde la banda derecha, el francés espera recibir al pie para retar a su par. Sin embargo, en las grandes citas, al francés le ha faltado el espacio y tiempo que necesita para ser dañino. Si lo tiene, como en muchos partidos de liga, ha demostrado ser letal.
Que Dembélé se exhibiera ante el Athletic Club no es casualidad. Que naufragara en Champions tampoco. El francés, pese a su tendencia a la irregularidad, también vive del contexto. Y, por el momento, en las grandes citas no le ha acompañado. Cuando el Barça le busca de forma desesperada ante la falta de recursos ofensivos, Dembélé se pierde y, con él, el equipo.
A Ousmane le gusta el vértigo. Quizás, hasta puntos que el Barça de Busquets no se pueda permitir. Aunque, su electricidad, entendida como parte del discurso coral y no como su voz principal, puede valer muchos puntos. Veremos cómo encaja Xavi las piezas.