Las noches de Champions que parecen un infierno para al equipo rival han vuelto y el Camp Nou lo ha presenciado. Como si fuera la fiesta mayor de cualquier pueblo, sus alrededores olían a pólvora de los fuegos artificiales que se lanzaban a la espera del autocar del Barça. Las bengalas azules y rojas han puesto color al cielo del barrio de Les Corts y los cánticos más tradicionales del club, con algún que otro insulto a la UEFA, han dado sonido al mejor ambiente que cualquier aficionado podía vivir un miércoles por la noche en un estadio que ha hecho sold-out en entradas con 92.302 espectadores en las gradas.

Con todo preparado en el césped – logos de la Champions, escudos de ambos equipos y niños para sacarse la foto con los jugadores mientras hacen el saludo inicial – los dos conjuntos han saltado con el himno de la competición europea de fondo. Como si se tratara de un torneo de haber quien silba más en el campo, la letra que mezcla varios idiomas de Europa ha sido pitada de inicio a fin hasta el punto de hacer temblar a todo el estadio.

Xavi ha tirado del cable y no ha apostado por dos de sus estrellas más jóvenes en el once titular: Balde y Ansu Fati han empezado en el banquillo. Sin embargo, el técnico catalán ha confiado en Piqué tras las numerosas bajas en la zaga defensiva. El de la Bonanova ha pasado de ser el quinto central a titular.

Silbido inicial del árbitro y del campo, el Inter ha empezado la primera parte con muchas pérdidas de balón. Desde el minuto 1, Onana ha aprovechado todas las oportunidades que ha tenido para ir a su ritmo, lento y con calma. Al exportero canterano del Barça le ha dado igual los miles de pitos hacia él.

El conjunto italiano ha asustado a Barcelona con algunos remates a puerta. Los de Inzaghi han sabido ver la espalda de Piqué y, en más de una ocasión, han ganado su espalda. La amenaza ha sido tan alta que los milaneses han tenido la primera oportunidad en el minuto 17. El central de la Bonanova ha roto el fuera de juego para que Çalhanoglu entrase y centrase el cuero a Dzeko, que ha escapado de la marca de Busquets y lo ha mandado al larguero para que botase justo en la línea.

Entre tanganas e intentos de los azulgranas, a punto de acabar la primera parte Raphinha, ha visto en corto a Sergi Roberto. El catalán la ha puesto a los pies de Dembélé y, sin pensarlo, ha anotado el primero de la noche. El Camp Nou se ha vuelto loco. Desde el gol de Sergi Roberto contra el PSG en la remontada de octavos de final de la Champions que no se veía una celebración como esta en las gradas del estadio. El delantero francés se ha ido a celebrar su tanto con el banquillo, abrazando con efusividad a Òscar, el hermano de Xavi Hernández.

Si el final del primer tiempo había sido el mejor de todo el partido, el inicio del segundo ha sido todo lo contrario. No hay peores maneras de volver de los vestuarios que con un gol en contra. Y más si es por un error del central que ha pasado de no jugar a formar parte del once. En el 50’, Piqué se ha confiado y ha dejado pasar la pelota para que cayese en los pies de Barella y empatar el encuentro. Un fallo del catalán que ha hecho cabrear muchísimo a Xavi.

En el paso del tiempo, la defensa ha ido sumando carencias y los ataques del Inter han ido creciendo. El despliegue en la zona defensiva ha sido nulo y los contraataques se han convertido en un ataque que no se paraba de hacer.

El tira y afloja de los delanteros italianos con Ter Stegen han incrementado y los balones entre los tres palos han ido cogiendo forma hasta que en el 63’ ha llegado el desempate y remontada del Inter. Busquets ha perdido el esférico y Lautaro ha aprovechado para romper la espalda a Eric García y anotar el segundo de una noche fatídica en el Camp Nou.

Los ánimos del estadio han caído en picado. Los cohetes que sonaban fuera del estadio se han apagado de un momento al otro. Pero la luz al final del túnel se ha vuelto a iluminar con el empate de Lewandowski. El polaco, desaparecido en todo el encuentro, ha resurgido cuando la afición lo necesitaba. Los rebotes nunca han sido de agrado para el conjunto barcelonense, pero hoy no ha sido así. En el 82’, el ex del Bayern ha lanzado a portería y con la suerte de tocarle a un defensa ha hecho volver la esperanza a todo hincha culé.

Pero si pensaban que la noche de los errores se acababa con el fallo de Eric, estaban muy equivocados. Antes de marcar el añadido, el Barça ha entrado en el abismo total tras un contragolpe iniciado por el guardameta francés. Lautaro recibió la bomba de su compañero y asistió en el segundo palo a Gosens para volver a remontar. Los culés han empezado a abandonar el estadio, la fe en la remontada se había perdido desde los dos errores en defensa que han crucificado al equipo.

Con los fallos en mente y la esperanza lanzada por la borda de ese barco que se le empezó a llamar ‘Xavineta’ tripulado por el entrenador de Terrassa, los azulgranas han visto, por un momento y otra vez, la luz al final del túnel. Dos minutos después de los minutos de más, Lewandowski se ha inventado un remate de cabeza para enviar el cuero a la escuadra.

El Barça ha empatado el cuarto partido de la ronda de Champions y las esperanzas de clasificarse para octavos se han desvanecido por completo. A la espera de un milagro contra el Bayern y que el Inter pierda los dos partidos (contra los alemanes y el Viktoria), los de Xavi lo tienen crudo para seguir creyendo en esta competición. Los errores en defensa han sacrificado al conjunto catalán entero y todo apunta que el siguiente paso es Europa League, como el año pasado. Quizá una derrota hubiese cortado con el sufrimiento que va a durar hasta el siguiente encuentro.