El F.C. Barcelona perdió 2 a 3 contra el Athletic Club de Bilbao en una final donde estuvo dos veces por delante. Los dos equipos volvieron a medirse, apenas once días después de su choque en La Liga, en la final de una Supercopa de España donde hay más en juego en el terreno psicológico que en el competitivo. Y en efecto, esta derrota pasará factura a Koeman.

El Athletic supo anular el juego blaugrana desde la primera parte. Messi y Pedri no entraban en el partido, a los de Koeman les costaba conectar pases cortos y no lograban crear ocasiones peligrosas. Se planteaba un partido incómodo para los culés con la presión alta de los vascos. El juego del Barcelona no tuvo profundidad y predominó un ritmo lento de balón. Hasta que, en un instante impensado cuando el reloj llegaba al 40’, Messi sacó un pase a Jordi Alba para hacer la jugada de siempre y Alba devolvió al argentino, que no pudo rematar, pero para eso ya estaba Antoine Griezmann, que estrenó el marcador.

Griezmann iba camino a ser la figura de la final antes de la remontada / Fuente: Getty Images

Nada iba a durar la alegría de los culés, porque en la siguiente jugada De Marcos empataría de cabeza para los vascos a pase de Williams. Los de Marcelino evitaron desconectarse del partido y los de Koeman veían impotentes como el partido no era suyo.

Tras el descanso, Mingueza entró en el lateral derecho por Dest y ambos equipos salieron con las líneas más abiertas y arriesgando más. Una falta en el 56’ dio lugar a un centro largo de Muniain que Raúl García cabeceó a las redes. Los rojiblancos celebraron el gol, pero el VAR revisó la jugada y señaló fuera de juego del rematador.

Transcurrían los minutos y la dinámica era parecida, sino igual, a la primera mitad. Los bilbaínos comenzaron a ceder espacios en su presión alta y el equipo culé tuvo más fácil combinar en corto. Pero la defensa blaugrana también cedía, como en una ocasión que tuvo Williams en el 66’, que erró un remate dentro del área que bien podía haber terminado en gol.

De Marcos fue el autor del primer gol de los vascos / Fuente: Getty Images

El equipo de Koeman notaba la escasa participación de Messi y el poco control de balón, con el que no lograba sorprender a los leones en ataque. Pero en el fútbol no siempre hay que jugar bien y merecer el gol para encontrarlo. Y en una de sus internadas en banda, Jordi Alba encontró a Antoine Griezmann de nuevo en el corazón del área, y ‘El Principito’ no perdonó.

Con el partido desempatado, el Barça se asomó al área, pero no remató el partido. Un error fatal. Otra vez una falta lejana ejecutada por Muniain terminaba en un remate de cabeza, en esta ocasión de Villalibre, devolvía las tablas al marcador. Previo al gol, Koeman había apostado por Braithwaite y Pjanić en el 87’, en lo que era un partido ideal para Riqui Puig.

En la prórroga se materializaría la tragedia culé. En el 93’, Iñaki Williams recibió un balón en la frontal del área, recortó delante la defensa blaugrana y sacó un disparo espectacular a la escuadra de la portería defendida por Ter Stegen, que nada pudo hacer ante la obra de arte del delantero vasco. El Athletic completaba la remontada.

Williams decidió la final con un golazo por la escuadra / Fuente: Getty Images

Quiso recuperarse rápido el Barça en la segunda parte y el partido se convirtió en un “ida y vuelta”. Koeman metió finalmente a un Riqui Puig que aportó frescura cuando todo estaba sentenciado. La impotencia del Barcelona se hizo progresivamente evidente y llegando al final del partido, Leo Messi fue expulsado por un golpe con el brazo a Villalibre en ataque, que el VAR consideró suficiente para la expulsión.

Una vez perdida la final, es una incógnita el impacto que tendrá la derrota en un club donde la inestabilidad se ha hecho costumbre y que tampoco tiene tiempo para grandes revoluciones, con el Cornellá esperando para jugar por la Copa del Rey el jueves.

Messi camino al vestuario tras la expulsión / Fuente: Getty Images