La “Xavineta” es una realidad, así como el hecho de que el juego del Barça va viento en popa y a toda vela. Faltan detalles por pulir evidenciados en el tenso encuentro de ayer ante el Elche, pero los blaugranas tienen proyecto, saben qué tipo de fútbol les hace ganadores y un capitán de barco que se preocupa diariamente por hacerlos mejores futbolistas, tanto de manera individual como colectiva.

Muestra de esta evolución es la tercera plaza que ocupa en la clasificación liguera, en la que lleva once jornadas sin conocer la derrota y con un partido jugado menos que sus vecinos de tabla. El equipo lucha bajo una máxima: “nos debemos a mucha gente y no les podemos fallar”. Y de momento, el conjunto de Xavi ha conseguido que los culés recuperen las ganas y la ilusión por verlos jugar, sentimientos que se perdieron durante meses.

 

Pedri, rodeado. Fuente: Getty Images

Si hay un factor clave en este nuevo fútbol azulgrana, más directo y vertical, es sin duda la presión alta. Supone una seña de identidad en la propuesta de Xavi de la que el Barça llevaba demasiado sin poder presumir, y constituye la raíz de la posesión del balón y de las buenas actuaciones defensivas. Es un agente constructivo en todos los aspectos del planteamiento, pues en ataque muchos goles llegan a la contra gracias a que se roba la pelota en la salida de balón rival.

Para que esta presión alta funcione, todos los jugadores – en especial los ofensivos – deben estar dispuestos a perseguir los balones de manera incansable. El mercado invernal ha supuesto una gran ayuda para Xavi en este sentido, pues la incorporación de Aubameyang, Adama y Ferran han sido claves en su llevada a cabo. El asfixie a los rivales desde su propio campo y una participación activa sin balón para recuperarlo lo antes posible comienza, según los mandamientos de Xavi, desde el campo contrario.

Dembélé y Alves persiguen a Mojica para recuperar el balón en su banda. Fuente: Getty Images

Ante el Elche ayer, la ideología empezó a dar sus frutos sobre todo a raíz de la entrada de Ferran, jugador diferencial para Xavi. Comenzaron a abundar los desmarques, las combinaciones rápidas y los aumentos de ritmo, que hicieron que el ex del City empezara a superar a Barragán y crear sensación de peligro. Un Ferran casado con nuestra filosofía de juego y un técnico, Xavi, que sabe cuándo replantear los partidos una vez comenzados y que realizar los cambios correctos gana puntos. Toda una lección futbolística empañada por polémicas arbitrales que poco tuvieron que ver con los méritos del conjunto para llevarse la victoria.

Y desde esta presión alta incontestable para Xavi, una vez recuperado el balón, salen a bailar el resto de mandamientos del entrenador egarense para el flujo futbolístico blaugrana: juego de combinación, posesión, juego de posición y mucha verticalidad ofensiva. Este Barça sabe la fórmula de la gloria, y tiene el hambre y la unión suficientes que explican su salida del pozo.