Apenas tres minutos después del pitido inicial el sonido del larguero avisaba, como las campanas de la iglesia a los parroquianos, de que la palabra de Dios estaba a punto de ser pronunciada. Lionel Messi se había propuesto alimentar, un día más, sus comparaciones con el santísimo. Poco después de la media hora de partido, contaba dos goles en su casillero particular.

En medio del advenimiento, se celebró una ofrenda de goles poco habitual en el deporte profesional. Ofrenda porque no se escatimó, por parte de los dos equipos, en regalar tantos al rival, como si los defensores estuviesen intentando limpiar sus pecados antes del Juicio Final. Sin embargo, a solamente seis – siete para el Barça – jornadas de dicho juicio, Clément Lenglet tiene todos los números para bajar al infierno futbolístico.

El francés volvió a salir en la foto, esta vez sin tanto que hacer como en otras ocasiones, de un gol rival. Un remate que no iba a portería de Ángel, tras centro de Cucurella, se estrelló en su costado y se dirigió a portería en el que sería, en el minuto 12, el empate visitante.

Los de Bordalás, que tienen más pecados que expiar que cualquier otro equipo de la competición, sacrificaron a Chakla para intentar obtener piedad. El central cedió a portería un balón que nunca llegó a los pies de David Soria, y al descanso el resultado era de 3 a 1 para los de Ronald Koeman.

Messi dominó por completo el partido | Getty Images

 

En la reanudación, tanto Piqué, de vuelta de su grave lesión, como Lenglet, con amarilla, fueron sustituidos por Araújo e Ilaix en lo que sería el principio del Apocalipsis. De Jong retrocedió al central, y tras unos primeros 15 minutos en los que el Getafe no se atrevió a ir a buscar la fruta prohibida, Enes Ünal se la quitó en la cara a Ronald Araujo. El uruguayo lo pisó, y el “Geta” estaba peleando, con gol del turco de penalti, un encuentro que había tirado al descanso quitando a tres titulares y con un Barça muy cerca de su área que no encontraba soluciones.

Como viene siendo habitual, la solución de Koeman fue desatar el caos. Cambios constantes de posición (De Jong jugó hasta en cuatro demarcaciones), poca continuidad al fútbol y un punto de miedo que se plasmó en un sermón monumental a Óscar Mingueza por salir de posición cuando no debía. De hecho, tal fue el enfado de Ronald que el canterano salió sustituido pocos minutos después para dar entrada a Samuel Umtiti, que bien podría representar alguna plaga en esta alegoría bíblica.

Messi cedió a Griezmann el último gol de penalti | FC Barcelona

 

Cuando el caos era dueño total del encuentro, el “Messías” decidió que todo debía terminar, y en menos de 10 minutos, los finales, puso un balón de córner al primer palo que fue a buscar el evangelista Ronald, y cedió un penalti al evangelista Antoine, que el mismo francés había provocado después de una patada de Chakla, para restablecer el orden de las cosas. Junto con los otros dos fieles evangelistas Sergio (Busquets) y Jordi, dinamitaron el encuentro y dejaron al Getafe de Bordalás al borde de los infiernos.

5 a 2 final que anuncia una batalla sin cuartel del Barça para conseguir el doblete. Desde luego, Lionel Messi tiene tras él un equipo de fieles que lo darán todo por conseguir llegar de nuevo a los cielos, donde tantas veces ha estado ya el capitán. La siguiente prueba de fuego, el domingo a las 16:15 ante el Vila-real.