Nico González está siendo sin ninguna duda uno de los jugadores revelación de la presente temporada. Con tan solo 20 años (19 cuando debutó), y a base de muy buenas actuaciones, el canterano culé se ha conseguido consolidar como titular en el primer equipo del FC Barcelona. Además, lo ha logrado mostrando un muy buen nivel de juego e incluso llegando a ser el mejor jugador del equipo en múltiples ocasiones.
El mediocentro de marcado estilo Barça y que destaca por su inteligencia táctica se ha convertido en una especie de faro sobre el césped. Escudero de Sergio Busquets y enganche entre la línea más atrasada con los atacantes, el gallego ha destacado por su gran visión de juego. Además, también por sus imponentes conducciones con balón y su habilidad de usar su cuerpo a favor, como pocos jugadores de la primera plantilla lo saben hacer.
Juega con una personalidad y una calidad impresionante, e incluso absurda, para su edad. Cada partido que disputa minutos se consolida más en los esquemas de Xavi y deja claro que, de seguir en esta línea, es un jugador llamado a marcar una época en el FC Barcelona.
No en vano el mismo entrenador egarense y leyenda del club, Xavi Hernández, afirmó en rueda de prensa sobre Nico lo siguiente: “Ya es una realidad”. Razón no le falta. El gallego ha demostrado mediante sus partidos que lo tiene todo para triunfar con el Barça y convertirse, no únicamente en un jugador clave del futuro blaugrana, sino también en una pieza importantísima para el presente.
Nico es capaz de leer el juego como pocos y de interpretar los espacios. A pesar de que tiene que mejorar en algunos aspectos, especialmente en el físico, ya que le cuesta aguantar los 90 minutos aún, el gallego se ha convertido en poco tiempo en un jugador intocable en el Barça.
Cuando él está en el campo, el juego mejora. El balón circula con más velocidad. La presión se ejecuta de manera más ordenada y precisa. Se crean más oportunidades en segunda línea, como consecuencia de su gran capacidad de llegada. En conclusión, Nico González se ha convertido en la pieza que hace funcionar el puzle del equipo.