La primera y única opción de liderato pasaban por este partido ante el Granada. El Barça, montado en una montaña rusa durante toda la temporada, ha desperdiciado una vez más la opción de dar un golpe sobre la mesa.
Salía el conjunto culé con las novedades de Umtiti por Lenglet, habiendo jugado 15 minutos en los últimos 8 partidos; Ilaix Moriba para dar descanso a Pedri en la medular; y Sergi Roberto, que se sigue turnando el carril derecho con Sergiño Dest, sin ofrecer continuidad a ninguno de los dos jugadores. Los nazaríes, repletos de bajas pero con un entrenador de oro, sacó a relucir los colores del Barça con un bloque bajo y bien posicionado, sin opción a dejar jugar entre líneas y proponiéndole dificultades para entrar por banda.
Messi comandaba el juego durante la primera parte, acompañado por un excelso Sergio Busquets al que los años le mejoran, y un coloquial Griezmann que se dedica a poner la guinda del pastel en los últimos encuentros. De ahí llegó el primer gol del encuentro, con un zurdazo cruzado del argentino en una jugada diabólica con el francés, que se giraba sin espacio en el área y se la dejaba en bandeja al ‘10’.
En la segunda parte, y como es habitual cuando los de Koeman van por delante, se mantenía el marcador ajustado. Por delante, pero sin cerrarlo. Sin la posibilidad de hacer rotaciones para dar más descanso, o de sentar a los que estaban apercibidos de sanción por acumular amarillas. No se encontraba cómodo el Barça y fruto de ello lo originó la inseguridad del primer gol. Anticipación errónea de Umtiti que habilitaba un cambio de orientación a la banda de Sergi Roberto, en la que Mingueza tampoco puede rechazar el pase filtrado. Empataba Darwin Machís tras un buen balón al espacio. Poco después, se producía la expulsión de Ronald Koeman por, según el acta arbitral, decirle «vaya personaje» al cuarto colegiado.
Se ponía cuesta arriba el partido y entraban nervios y dudas en el cuadro catalán. Desde el banquillo se movieron las fichas de Pedri y Dembélé, que poco pudieron hacer. Seguía bien plantado el Granada, y en una de las contras, de nuevo por la banda derecha, centraba Adrián Marín para que el recién incorporado Jorge Molina, a sus 39 años, rematase de cabeza a placer. Piqué al primer palo no pudo despejar y se convertía así en una pesadilla a falta de los minutos finales, en los que se sumó al ataque. Finalmente, incorporación de un delantero más (Trincao), tal y como nos tiene acostumbrado el cuerpo técnico, cuando el equipo va perdiendo, y que tampoco sirvió para nada.
Al Barça se le escapa una oportunidad de oro y vuelve a fallar en una cita determinante. Ya no depende de sí mismo para ser campeón.