Del punto y en coma, al punto y sin final. La verdad se vuelve crueldad cuando uno carece de empatía, y la compasión era el último sentimiento que el Madrid iba a mostrar ante un Barça al borde del precipicio. Los azulgranas dijeron adiós a la temporada en las semifinales de la Liga Endesa tras ser barridos por los blancos con un justo 3 – 0. Ni uno de los ambientes más especiales de los últimos años en el Palau fue capaz de salvar al Barça de la debacle. Ni el calor del público, el ruido ensordecedor, el himno a capela, los cánticos al unísono, el tifo en homenaje al templo azulgrana… Nada. Impotencia.

Apeados a una situación con nada que ganar y todo por perder, a Roger Grimau no le tembló el pulso a la hora de realizar ajustes importantes en la rotación azulgrana. El más sonado de todos, la ausencia de Nikola Kalinic en su último partido como jugador del Barça. Joel Parra, quien de repente desapareció a mitad de temporada, se teletransportó en el quinteto titular en lugar del alero croata. El protagonismo de Brizuela y la suplencia de Ricky fueron los daños colaterales ocasionados por el borrón de Rokas Jokubaitis. ¿Los motivos de la exclusión de ‘Kalina’ y Rokas? Una obviedad tras su actitud de los últimos partidos; ellos mismos se pusieron en evidencia.

El bonito tifo desplegado en la gradería lateral en honor al Palau Blaugrana | Fuente: @FCBBasket (X)

Jabari, la cara; Jan, la cruz

El partido del Barça fue un reflejo de lo que ha sido la temporada: una montaña rusa. El inicio fue acelerado, sin control y a merced tanto de los movimientos del rival como de las decisiones de los árbitros. Intensidad efervescente, frenada en seco entre las canastas de respuesta y las interrupciones del juego. Hay una fina línea entre presión y crispación; la primera puede llegar a convertirse en un estímulo positivo para determinados jugadores que se crecen en situaciones adversas, pero la segunda es una sensación negativa que acostumbra a contagiarse entre todos los jugadores y de la cual, una vez entras en ella, es muy difícil salir.

Las dos caras de la moneda fueron Jabari Parker y Jan Vesely: el pívot checo abandonó el partido antes de tiempo precisamente por no haber conseguido llegar a entrar en él. Tres faltas personales, una técnica y una antideportiva en ocho minutos en pista terminaron de forma prematura con la participación del gigante checo en el Clásico más importante de la serie. A quien no consiguieron sacar del partido ni siquiera con los cambios fue a Jabari Parker: actuación merecedora de MVP para el ex-NBA que, con 27 puntos, 5 rebotes, 4 triples y un póster espectacular en la cara de Walter Tavares, hizo las delicias de un Palau Blaugrana totalmente entregado a la estrella norteamericana.

La muerte, siempre de pie

El Barça fue de menos a más, especialmente entre el segundo y el tercer cuarto. La representación de la mamba mentality por parte de Jabari Parker, sumada al liderazgo de Satoransky y a la aportación de Hernangómez desde el banquillo, estrechaban el cerco entre unos azulgranas con cada vez más confianza en ellos mismos y unos blancos con cada vez más prisa por cerrar la serie.

Da Silva puso por delante al Barça por primera vez tras el primer cuarto a falta de cuatro minutos para el final del tercero, pero el punto de inflexión para los azulgranas fue el triple sobre la bocina de Ricky Rubio. Los jugadores crecieron, el Palau explotó y al conjunto blanco se le agotaba el tiempo para reaccionar. El partido pendía del hilo de un hilo en el último cuarto; el Barça intentó aguantar la ventaja hasta reducirla al mínimo y el Madrid apuraba sus últimas opciones. Nico Laprovittola, abonado a los triples en el último cuarto, no falló a su cita con el clutch desde el perímetro y anotó un triple que le dio una segunda vida al conjunto azulgrana.

Sin embargo, como en todas las fiestas, los últimos en llegar, invitados o no, acostumbran a acaparar todas las miradas. Este fue el caso de Facundo Campazzo, quien decidió colarse a última hora en la fiesta del Palau para convertir el sueño azulgrana en una pesadilla en tan solo cuestión de segundos. Dos jugadas totalmente calcadas, tanto en la ejecución como en el impacto emocional, para dinamitar el partido y decantar la balanza a favor del Real Madrid.

Un enfoque nuevo para un sueño viejo

Nada más lejos de la realidad, el ‘mazazo’ de Campazzo fue la medicina más efectiva para hacer aterrizar a la afición azulgrana. Retomando la metáfora de la montaña rusa, después del ascenso, el descenso y las curvas, siempre llega el punto muerto. Ese punto muerto en el que ahora mismo se encuentra el Barça.

La temporada ha tenido picos muy altos, como el inicio del año 2024 o el regreso de Ricky, y puntos muy bajos, como la racha de derrotas fuera de casa, la derrota en la final de Copa o la eliminación de la Euroliga. Ahora, el club tiene todo un verano por delante para planificar la próxima temporada mediante una hoja de ruta fiable desde el punto de vista deportivo y fiel a sus valores. Dar salida a aquellos que no han sentido los colores y a los que ya han cumplido un ciclo, salir al mercado para reforzarse, priorizando la calidad al caché y, sí, confiar más en los de la casa. Solo así será posible competir con la regularidad necesaria para asentarse como uno de los equipos más temidos de Europa, pero eso ya es punto y aparte. Por ahora, punto y sin final pero, más adelante, estos puntos serán suspensivos…