Llegaban los culés enchufados tras el batacazo del Real Madrid en Vallecas. El Sadar, un campo siempre complicado, se aventuraba como un reto para los de Xavi, que tenían como misión acabar líderes antes del Mundial, y, pese a todos los incidentes, no han fallado.

Ambiente hostil el que el Barça se encontró en Pamplona. Antes del encuentro se produjeron altercados entre ultras de ambos equipos, que se saldaron con heridos, y a los que el club azulgrana respondió condenando los respectivos actos de violencia. Una vez el balón sobre el verde, todo sería diferente.

Xavi apostó de nuevo por Ferran en el tridente, y dejó a Gavi en el banquillo. Christensen volvía a la titularidad después de un mes de lesión, y con la reciente noticia de su convocatoria con la selección. Balde, que cuajó otro gran partido, abarcó el carril derecho, siendo un gran acompañante de Ousmane Dembélé. Pero el partido no arrancó como el míster azulgrana tenía planeado. Jagoba Arrasate planteó una presión muy alta de inicio, que acompañado con el ambiente espectacular del campo, hicieron que los culés estuviesen imprecisos en los primeros compases de partido. Varios errores de Sergio Busquets en la salida de balón advirtieron del peligro que estaba acechando la portería de Ter Stegen. Hasta que llegó un córner -que no era- a favor de los locales, y que se convirtió en el 1-0. Acción polémica dentro del área que se protestó desde el banquillo visitante. Marcos Alonso sufrió un ‘placaje’ por parte de Unai García sin intención de jugar el balón que no se consideró falta desde el VAR.

El conjunto catalán intentó devolverle la estocada sin éxito a los rojillos, que mantenían controlado el partido. Llegados al ecuador de la primera parte, una segunda tarjeta amarilla dejaba al Barça con diez. Era Robert Lewandowski el que, en una acción cuerpo a cuerpo, dejaba el codo más a la vista de lo normal. Xavi no se creía cómo iba a afrontar más de una hora sin su ‘killer’ por excelencia, el que le había salvado en tantas ocasiones. Entonces, Ferran Torres asumió el mando y se colocó de 9, intentando recoger algún balón dentro del área que fuese gol. Y, efectivamente, llegó ese ansiado remate, pero en fuera de juego.

Expulsión de Robert Lewandowski. Fuente: Getty

Tras el descanso, el Barça confió en igualar el marcador pronto para aflorar las dudas del Osasuna, y así fue. Gol de Pedri (47’) tras un rechace defensivo en el centro de Jordi Alba. Con el empate, los ánimos crecieron y el Barça comenzó a encontrarse más cómodo que en la primera parte, donde prácticamente estuvo sometido a equipo rojillo.

Llegarían los cambios que provocarían el desenlace del encuentro. De Jong pasó a ser central y Gavi ocuparía su rol. En ataque, Ansu y Raphinha entrarían en escena para aportar dinamita y frescura en las oportunidades que tuviesen. Y vaya que salió bien. Un pase medido del holandés desde el centro del campo que finalizó el atacante brasileño (84’) con un cabezado descomunal para poner al Barça por delante en el encuentro. A Xavi le sobraba valentía en la noche de hoy, y hasta hizo debutar al canterano Chadi Riad para defender el juego aéreo en los últimos minutos. Éxtasis y euforia en el banquillo culé al ver que el plan de partido cambió por completo, y que ya estarían más cercas de descansar líderes, mínimo hasta el 31 de diciembre.

Raphinha celebrando su gol. Fuente: Getty

La anécdota del partido fue apuntada por Piqué, que vio la expulsión tras reclamarle al colegiado las acciones polémicas de la primera parte. Así se cerraba su carrera en la élite profesional, pero dejando honores y orgullo para defender a su equipo, aunque fuese lejos del campo. Victoria de moral, de equipo y clave para seguir en las aspiraciones al campeonato.