Como cuando en el 1789 con la toma de la Bastilla la burguesía francesa se convirtió en la fuerza dominante del país y desterró para siempre en feudalismo y el absolutismo en Francia, Antoine Griezmann y Ousmane Dembélé intentan hacer lo propio en el régimen blaugrana. Parecía que la influencia del gran elenco de franceses del que disponía en sus filas el FC Barcelona se iba evaporando, con un Griezmann que no conseguía encontrar su sitio en el esquema táctico y un Dembélé que andaba desaparecido entre quirófanos y sesiones de recuperación.

Sin embargo, todo esto ha cambiado durante los últimos partidos. Para Griezmann, la reciente entrevista con Valdano ha sido una manera de expulsar todos sus males, expresar sus preocupaciones e inquietudes y demostrarle a la afición que siempre ha querido triunfar en Barcelona. Su rendimiento desde la charla con el exfutbolista argentino ha sido excelso, recordando a la mejor versión del delantero francés que todavía no se había disfrutado en la ciudad condal.

Su evolución futbolística llega a consecuencia de dos aspectos clave: la alineación de Martin Braithwaite como titular y el posicionamiento en la mediapunta. Como ya vimos en el Atlético de Madrid, equipo donde consiguió su mayor punto de forma y alcanzó hasta un pódium en el Balón de Oro, Griezmann necesita de un delantero centro referencia que le permita campar a sus anchas entre líneas y a espaldas de los mediocentros, abarcando toda la zona central de ¾ de campo. La presencia del danés ha sido la mejor solución para situar a un jugador que se estaba perdiendo sobre el terreno de juego a consecuencia de no ocupar una posición fija que le favoreciese.

Mapa de calor de la temporada de Griezmann. Fuente: SofaScore

La situación con Dembélé es diferente. Un jugador al que se le reservó durante el mes de septiembre con la clara intención de no ponerle en riesgo ante una nueva lesión que complicase el traspaso que se estaba barajando en las oficinas blaugranas. El extremo francés mostró en todo momento su desacuerdo. Tras tres años en el club, quería tener una nueva oportunidad para triunfar en el Barça. Y vaya si la está aprovechando, mostrando sobre el terreno de juego su versión más responsable, cabal y constante.

Ronald Koeman ha sabido educar futbolísticamente a un talento diferencial. Un talento que se estaba perdiendo ante nuestros ojos y que nadie hacía lo propio para evitarlo. El técnico neerlandés ha situado a Dembélé pegado en banda, abierto, casi pisando la cal. En la zona donde más y mejor puede desempeñar su magnífica habilidad para el regate y el 1v1, y todavía más importante, donde el conjunto acusa menos las pérdidas que posesión que ello conlleva.

Dembélé acostumbraba a ser un talento irresponsable que de vez en cuando dejaba chispazos de una calidad enorme. Su intermitencia y poca constancia en el juego ha sido su gran debe, combinando golazos dignos de un elegido con partidos donde desaparecía, era una máquina de perder balones y acaba alejándose de los terrenos de juego durante meses, olvidándonos de él y empezando de cero para volver a creer en su juego.

Dembélé celebrando su gol ante el Betis. Fuente: Getty

Es el momento de los franceses. De estar en la cuerda floja durante el controvertido verano que se ha vivido en Can Barça a ser dos de las piezas más importantes del ataque blaugrana. Griezmann ha encontrado su sitio y convendría no moverlo de ahí, aunque eso suponga tirar a Messi a banda derecha. Dembélé por fin tiene un rol en el equipo y el sentido colectivo superpone al individual. En definitiva, la revolución a la que se está sometiendo el Barça tiene cierto aroma a la francesa.