Inicio vibrante de la primera jornada de fútbol europeo en el Camp Nou. Desde el anuncio de los onces iniciales toda la afición aguantó la respiración debido a la vuelta de Lionel Messi, y no fue hasta que sonó el himno de la Champions League cuando la grada soltó todo el aire en forma de pitada reivindicativa, a la vez que mostraba una pancarta en favor de los presos políticos catalanes. Según había declarado a los medios antes del partido el cuerpo técnico del club, el argentino no tenía “ningún riesgo de recaída”, y por eso formaba en la escuadra titular.

Más allá de la gran noticia del regreso del “10”, novedades tanto en el papel de Semedo en el lateral izquerdo (tras la lesión de última hora de Junior) como en la ausencia ya conocida del máximo goleador del Inter, Romelu Lukaku. Aun así, estaban en la alineación rival el segundo máximo artillero, Stefano Sensi, además de Alexis Sánchez y Lautaro Martínez en la ofensiva italiana. Los líderes del Calcio italiano, que todavía no se han dejado ningún punto por sumar en la Serie A, visitaban Barcelona con ganas de mantener esos resultados y compensar el pinchazo de la primera jornada de Champions ante el Slavia Praga.

Las estadísticas previas al encuentro jugaban claramente en favor del Barça, ya que los azulgranas acumulaban 32 partidos consecutivos sin perder en el Camp Nou (29 victorias y 3 empates), lo que supone la racha más larga de la historia de la competición. Desde mayo de 2013, ante el Bayern de Múnich, no conocen la derrota en casa en competición europea. En el otro lado de la balanza, ningún jugador de la tripleta atacante (Griezmann, Suárez y Messi) había marcado nunca a los italianos.

A pesar de esto, apenas 120 segundos después del pitido inicial del colegiado esloveno Damir Skomina, un desafortunado desvío de Gerard Piqué dejaba el balón en los pies de Alexis, que sirvió una pelota rebotada al espacio que Lautaro Martínez culminó perfectamente cruzando el balón a la izquierda de la portería de Ter Stegen. El Inter no marcaba desde 1970 en el Camp Nou, y en tan solo dos minutos había borrado este dato de todas las hojas estadísticas. El dato contra el que debía luchar ahora era el de las remontadas, ya que el Barça solamente había levantado uno de los cinco partidos que había empezado perdiendo, el de Liga ante el Betis.

Una vez por delante en el marcador, el Inter tenía el guion perfecto en sus manos. El 5-3-2 con Candreva y Asamoah como carrileros resultaba a la perfección, y el Barça se ahogaba intentando jugar por el centro del terreno de juego. Entretanto, el Inter presionaba la salida de balón y después replegaba de forma eficiente. Fue entonces cuando Messi empezó a bajar al centro del campo para alimentarse un poco de balón y crear para su equipo. En el minuto 20, el equipo de Ernesto Valverde ya tenía un 73% de la posesión, pero las salidas rápidas y la precisión ante la presión azulgrana permitía a los neroazurri encontrar espacios y crear peligro, ante lo que los aficionados locales reaccionaron con los primeros silbidos hacia sus jugadores.

Unos laterales totalmente romos y una defensa excelente del Inter llevaron el partido al descanso con un 0-1 totalmente justificado. En palabras del ilustre Michael Robinson: “el juego lo pone el Barça, pero el peligro lo lleva el Inter”. Excepto alguna arrancada aislada de Messi y alguna internada de De Jong, nada que ofrecer por parte del equipo blaugrana, mientras que Ter Stegen sacó una excelente mano abajo en un remate de Lautaro para evitar el 0-2 antes del medio tiempo. Antes de marcharse a vestuarios ya salió a calentar Arturo Vidal, que se preveía el primer revulsivo de Valverde.

Apenas 7 minutos adentrados en la segunda parte, en el minuto 52, y ante la falta de alternativas del equipo, Vidal entró en sustitución de Busquets. Frenkie De Jong ocuparía el mediocentro posicional, con mayor libertad de acción para el chileno. En tan solo 5 minutos, el propio Vidal ponía un centro a la frontal del área que Suárez enganchaba de forma espectacular en semi-volea para empatar el encuentro. Desde la entrada de Vidal el Barça era otro, con más garra, más anárquico, pero más intenso. Todo lo que es el “Rey Arturo”.

Luis Suárez dedicó su doblete a Xana, la hija de Luis Enrique | Imagen: La Vanguardia
Luis Suárez dedicó su doblete a Xana, la hija de Luis Enrique | Imagen: La Vanguardia

A partir de ese momento, el cansancio empezó a hacer mella en el equipo italiano y la fluidez en la salida de balón no era la misma. El Barça recuperaba mucho más rápido y el Inter se encerraba poco a poco en su mitad del campo. Para intentar derrocar el muro, el técnico dio entrada a Ousmane Dembélé en sustitución de Griezmann, que tampoco tuvo su partido de irrupción definitiva. Más atrevido en el ataque, encarando en uno contra uno y sacando disparos desde el borde del área, Antonio Conte se vio obligado a retirar a un delantero para reforzar el mediocampo e intentar recuperar el control del partido.

Con este nuevo paradigma en la segunda parte, y con la movilidad que aportaron Vidal y Dembélé, llegó la hora del genio. En el minuto 83, tras una gran transición empezada por Ter Stegen y conducida por Arturo Vidal, Messi recibía un poco más delante de la línea divisoria. Dejó en el camino a 3 jugadores en una conducción con el mismo vértigo que habilidad, de las que solamente hace “la Pulga”, y regaló un balón a Luis Suárez en la frontal que, tras un control orientado exquisito, definió a la izquierda de Handanovic.

Suárez cumplía hoy 50 partidos en Champions con la camiseta del Barcelona, y lo celebró con un doblete que no hace más que reafirmar la calidad extraordinaria del uruguayo. Messi celebraba su vuelta (esperemos que definitiva) a las canchas de la única forma que sabe: haciéndonos disfrutar como niños al verle con el balón en los pies. El Barça celebra una nueva victoria, y 33 partidos sin perder en casa en Champions League. Y que sean muchos más.