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No disparen al dembelista

El que más o el que menos conoce el pasado de Ousmane Dembélé. Una proyección infinita, un talento precoz, un jugador distinto, pero una mentalidad díscola. Y este hecho le ha pesado, especialmente en el Barça. Los medios de comunicación se han hartado de recordar que llegó tarde a entrenar, que no descansaba bien, que no se alimentaba bien y que jugaba al Fortnite. Pero ya va siendo hora de volver al presente.

Hoy en día, Dembélé es un chico de 23 años (sí, todavía 23), que entrena bien y está comprometido con el club, al que admira desde los 8. Después de 4 años aquí todavía no habla español o català de forma fluída, pero tampoco nadie del Barça se ha preocupado por que lo hiciese. El fantasma de las lesiones del francés empieza a disiparse, y espera paciente a una oportunidad real por parte de su técnico Ronald Koeman.

Hasta los más rocosos detractores serán capaces de reconocer que dispone de una calidad técnica y unas cualidades físicas fuera de lo común. Hasta el mismo Lionel Messi lo vio. Con espacios por delante y un respaldo adecuado, es capaz de acercarse a los mejores jugadores del planeta. Es un jugador que siempre busca el regate, que encara, que desborda, y que se asocia bien, aunque se le haya colocado la cruz en el sentido contrario. Sin ir más allá, supera con creces los registros de asistencias y pases clave de su compañero y amigo Antoine Griezmann.

Ousmane Dembélé, en el partido ante el Ferencváros | Getty Images

Koeman está demostrando que no le sirve el juego de toque y posesión que siempre ha caracterizado al Barça. La temporada pasada el equipo terminó con un 63,2% de posesión media por partido (el primero), mientras que este año tanto Sevilla como Real Madrid amasan más el balón, y el porcentaje ha bajado hasta el 57%. Los ataques son más rápidos, se busca más la transición, y la desaparición de un centro del campo de control con el 4-2-3-1 reafirma esta situación.

Para conseguir el efecto deseado en este tipo de fútbol se necesita amplitud en las bandas, velocidad y capacidad de transición. Y esto es precisamente Ousmane Dembélé. El Barça necesita a jugadores de este tipo, como él mismo o Francisco Trincao, pero el técnico se empeña en juntar medias puntas que juegan hacia dentro, colapsan el juego de ataque, no dejan espacios a Messi y dejan toda la responsabilidad ofensiva a los laterales, especialmente a Jordi Alba (31).

En las últimas apariciones ha sido muy criticado por las pérdidas de balón, pero parece que el hater medio de Dembélé no es capaz de concebir el juego de alguien que encara, arriesga, y muchas veces pierde. Sería más fácil tocar en horizontal, hacia atrás, pases cortos, y entonces sería criticado por no hacer su función: crear peligro. Es innegable que, cada vez que el balón llega a sus pies, algo va a ocurrir. Puede que salga bien o puede que salga mal, pero la defensa rival está en permanente tensión, y eso es algo que pocos jugadores pueden decir.

Además, cabe recordar que la mayoría de sus actuaciones en el Barça se han desarrollado en la banda izquierda, cuando el francés se siente más cómodo en la derecha. Esta temporada, en la que Messi ha llevado su juego al centro definitivamente, es clave para que el “mosquito” pueda desenvolverse en su mejor posición. De hecho, en la única media hora en la que ha jugado en su sitio, ante el Ferencvaros en Champions League, generó una asistencia espectacular y anotó un tanto. Los promedios de producción son abrumadores.

Parece que otros jugadores tienen permitido fallar cuando no están en su posición ideal. Vemos normal que Coutinho no rinda como extremo izquierdo, que Pedri no lo haga bien en la banda derecha e incluso Griezmann reclama en voz alta que su rendimiento está condicionado por su posición, pero sin embargo con Dembélé nada de esto sirve, y el aluvión de críticas es incontestable a la mínima acción equivocada del de Vernon.

A pesar de esto, en su etapa en el Barça, Ousmane marca o asiste cada 125 minutos de juego (whoscored.com). Y todo esto sin tener en cuenta la alarmante falta de continuidad del jugador. Por fin parece que está madurando, por fin se ha librado de las lesiones y muscularmente está más preparado que nunca. Tiene el escenario perfecto para ser quien vino a ser. Solo necesita confianza. No le disparen todavía.

Dembélé, en un entrenamiento | Getty Images