En la misma semana, el Barça ha mostrado su doble cara: Eibar y Nápoles. Volvió a quedar demostrado que Messi en uno y Ter Stegen en otro, son los dos pilares que llevan sosteniendo al club en los últimos años.

En Italia, con una pizca de suerte arriba, se marcó fuera de casa en fase final, y esta vez no era el argentino el que lo hacía, sino el francés Griezmann. Desde 2015, no hubo otro jugador distinto a Messi y Neymar que lo consiguieran, algo que parece sorprendente si entendemos el Barça como una de las potencias mundiales del fútbol, y habiendo invertido más de 400M€ en fichajes desde entonces. Pero sin la aparición del magestuoso Dios del fútbol en el ‘templo Maradoniano’, era el portero alemán quien salvaba los muebles por Europa, una vez más.

Como ya hiciese en Dortmund o en Praga, el héroe del área azulgrana volvió a sacar la capa para seguir manteniendo vivas las esperanzas de su equipo en Champions. Sin haber destacado con amplitud como en partidos anteriores, Ter Stegen fue providencial en dos acciones de los italianos, una por parte de Lorenzo Insigne, y la más clara de un viejo conocido, José Callejón. Este último, en un mano a mano que el alemán le supo adivinar, y que dejó así una nueva oportunidad para que el Barça no tuviera problemas para remontar en la vuelta de octavos.